Tarjeta roja
Por José Luis Fernández Cano
Cuando el árbitro desenfunda la tarjeta roja, castiga el juego sucio sobre el terreno de juego. Si se aplicara esta ley deportiva en las lides políticas, el tarjetero tendría que moverse casi a diario. Por ejemplo, con el último penalty por zancadilla-intento de soborno de un simpatizante y/o afiliado del Partido Popular a un concejal independiente (que lo ha demostrado) de Beneixama.
Parece que esto de controlar los hilos microfónicos de unas emisoras de radio da ganas de manejar también los hilos de las alcaldías, porque según contaba este empresario de Castalla, delantero pichichi, del equipo Onda 15, en la conversación telefónica que se ha filtrado a los medios de comunicación, él ya marcó gol o dio el pase de la muerte para pactar la Alcaldía de Ibi hace cinco años.
Desde el banquillo, el cuadro técnico del Partido Popular ha aconsejado a sus jugadores un prudente silencio: está claro, cuando te pillan con las manos en la masa, cuantas menos declaraciones hagas, menos cuerda les das a los plumillas de los periódicos y la posible polémica se apaga antes.
Es muy probable, además, que el supuesto comprador de voluntades y votos para alcaldes, ese que dice lo de “pide lo que quieras, que en el PP ya lo tengo hablado y te lo damos todo”, sólo fanfarronee y vaya por libre, al margen del partido. Pero en ese caso, los representantes de esas siglas tienen que dar la cara y sacarle tarjeta roja al simpatizante y/o afiliado díscolo. Por decencia política. No estamos hablando del loco de la colina, sino de quien les llevó la campaña electoral hace unos años y quien frecuenta la sede del PP de Ibi en fechas electorales y fiestas de guardar.
En lugar de expulsar del campo al concejal de Esquerra Unida de su despacho para reunirse en misterioso secreto con vecinos de Santa Lucía, la alcaldesa de todos los ibenses podría sacarle tarjeta roja con sanción para toda la temporada a ese compañero de filas suyo que alardea de haberla aupado al poder al pactar con ADii. Por cierto, que lo del concejal rojo, también tiene su aquel: lo expulsan a él, especialista en expulsar a trabajadores de una empresa, con toda la legalidad del mundo, claro. Y al frente de un partido obrero; el mundo al revés.
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