Digo y Diego
Frank Dopico
Cuando el señor José Lino Rico, teniente de Alcalde de Castalla, me enseñó el trabajo científico encargado por su gobierno sobre la Zona 15 y la energía eólica, me demostró que detrás de su voz había un trabajo serio. Muy serio y responsable. Y así intenté comunicarlo. Luego me he preguntado qué trabajo serio y responsable existe detrás de los proyectos urbanísticos de la Comarca. Estoy seguro de que lo hay aunque se puede discrepar, tal y como piensa la oposición y una parte de la ciudadanía.
Quien esto redacta se aleja de la rabieta emocional de quienes desean destruir las casetas “ilegales”. Pienso que es una barbaridad destruir un solo ladrillo. También es bárbaro mal ponerlo.
Aún más. A sabiendas de parecer cándido, estoy a favor de una amnistía catastral. Y sigo en mi candidez creyendo que los proyectos urbanísticos de la Comarca, si son buenos para la Comarca, si cumplen los requisitos de la sostenibilidad, si no responden a una aventura inmobiliaria pasajera, tan quijotesca que resulte dantesca, deben realizarse.
Los beneficios de esas urbanizaciones son, pragmáticamente, reales. Salen ganando los obreros, los electricistas, los fontaneros, los constructores, los agentes inmobiliarios, los proveedores de materiales de construcción, los vendedores de colchones, de embutidos, de cerveza... de todo lo que mueve –o arrastra- ese mundo. Lo que ocurre es que nunca se ha explicado si hay agua suficiente, por ejemplo. Los gobiernos comarcales implicados en esas acometidas urbanísticas no se han tomado la modestia –molestia- de reseñar la viabilidad de esos proyectos. Y como digo digo y digo diego, en muchos casos se han dedicado a hacerle oposición a la oposición desde el avasallamiento de algunas mayorías aplastantes cuando su deber es hacer pedagogía de sus argumentos. Y estoy seguro de que esos argumentos existen. Se esté o no de acuerdo con ellos, como es la esgrima dialéctica de la política.
Por esa misma candidez bobalicona de la que presumo, mis ojos han visto buenas obras del Gobierno actual de Castalla. Como son visibles a diario –con pisar cualquier acera basta, o mirar a una farola- no las enumero. Por eso no entiendo la posición a la defensiva que se asume al imponer, sin explicar, lo invisible, lo que se ve desde lejos en el coche: las nuevas urbanizaciones. Incluso me asustan los que piensan que los campos de golf son malos de por sí porque muchos de los que así piensan, si pudieran, se los pondrían a la puerta de sus patios. (Hace muy poco, caminando al lado de una persona muy querida, le escuché decir que “Debería estar prohibido vender esa parcela”. Yo le pregunté: “Si fuera tuya y te hiciera falta el dinero ¿la venderías?”. Sin pelos en la lengua, me contestó que sí.) ¡Pero bueno...!
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