Cuestión de salud
Frank Dopico
Amando Picó ha dejado su mandato en otras manos. Confío que el cambio demuestre que el Gobierno de Onil tiene un proyecto. Ese podrá ser el éxito de Amando Picó. A mi me gusta que, en política, quienes tengan un proyecto, lo realicen hasta el final. Desconfío de los iluminados de turno porque la gran faena de un alcalde es lograr un equipo de trabajo. La retirada de Amando Picó nos dará la oportunidad de comprobar la vigencia del proyecto y el estado de ilusión del equipo. Un gobierno joven, unas personas con ganas. Pronto lo veremos.
Pero la salud es impostergable. Ser alcalde es una responsabilidad que ocupa tiempo y da preocupaciones, alegrías y sinsabores. Eso hay que llevarlo con salud. No creo que Picó esté grave ni mucho menos pero recuerdo la frase esa de “los cementerios de este mundo están llenos de gente que se creía imprescindible”. Es una frase para los vivos, por supuesto.
Porque se puede posponer casi todo menos la salud. Y algunas responsabilidades requieren ese cóctel llamado tiempo y salud. La faena de Picó como alcalde tenía la delicada misión de tocar lo invisible en un Onil que sufría la descolocación de empresas. Lo invisible, digo, ya que así es el mundo de los conceptos. El pueblo se había estancado en la comodidad de “siempre nos quedará Famosa” y al Gobierno de Amando Picó le tocaba despabilar a su pueblo con ofertas de formación e incentivar la semilla escondida de los colivencos: la de los emprendedores que siempre fueron.
Por eso creo que el tiempo de mandato de Amando Picó no será recordado como el de las farolas o el de los parquecitos. Aunque las farolas y los parques son piezas que hacen pueblo, los pueblos están formados por personas y en cada una hay un corazón que siempre está por hacer. Eso es lo difícil. Y trabajar a corazón abierto es, ante todo, una cuestión de salud.
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