¡Vamos al teatro¡
Una vez más, hemos tenido ocasión de vivir una velada sumamente agradable con el estreno de la obra original de Carmen Reche, Frío viento, representada por las actrices Mari Carmen Seco, Manuela Gallego y Soraya Aracil, pertenecientes al grupo NI PA HUI NI PA DEMÁ. Un texto muy emotivo, cuya escenificación por parte de estas tres actrices que dan voz y vida a la obra, logra llegar al público con absoluta fidelidad.
La trama se desarrolla en el seno de una familia de clase media-alta que, muy bien podría servir de botón de muestra tanto, de nuestra sociedad actual, como de la que se vivió 50 años atrás, puesto que refleja una amalgama de sentimientos en los que se entremezclan la bondad y el egoísmo, dos tendencias propias del ser humanos que, aunque parezcan antagónicas, caminan por la vida cogidas de la mano, no siempre en seres distintos, sino dentro de cada uno de nosotros.
El desenlace de la obra se resuelve con un emotivo gesto de comprensión en el que se reconcilian culpas y bondades, abriendo una brecha a la esperanza; no cabría otro final. Por la leal amistad que me une a Carmen, tal vez no pueda dar una opinión absolutamente objetiva sobre su recién estrenada obra, por miedo a sentirme juez y parte, aún así, y de la forma más espontánea, les auguro y deseo, tanto a ella como al trío que ha representado Frío viento, muchas satisfacciones como fruto del trabajo bien hecho.
Si a lo dicho añadimos que el beneficio que se recaude de las representaciones de esta obra (espero que sean varias) irá destinado –a través de MANOS UNIDAS- a gentes que se mueren por carecer de lo más imprescindible, pues, como suele decirse: miel sobre hojuelas, puesto que ello supone una excelente ocasión de colaborar, aunque sea con un pequeñísimo tributo, a poner en manos de estos desheredados de la fortuna herramientas y métodos con los que arrancar a la tierra lo que guarda en sus entrañas para alimentar a quienes la trabajan. No es que este gesto sirva para acallar nuestra conciencia y considerarnos en paz con el mundo, porque hay quienes están dedicando su vida al completo a tan encomiable causa, pero alguna satisfacción deja. Además de una placentera velada de teatro, claro.
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