Escaparate/Ibi. Cientos de personas quisieron dar su último adiós al que fuera el primer alcalde de la democracia de Ibi durante ocho años y actualmente presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes, Salvador Miró Sanjuán. Hasta Ibi, viajaron el conseller de Empresa, Justo Nieto, la consellera de Cooperación, Gemma Amor y el presidente de las Cortes Valencianas, Julio de España. Fabricantes de juguetes, representantes de asociaciones empresariales, familiares, amigos y muchos conocidos asistieron al sepelio, celebrado el segundo día de navidad en la parroquia de la Transfiguración del Señor, a la que pertenecía Miró.

La Iglesia se quedó pequeña para dar cabida a todos los que quisieron despedir a Salvador Miró. La misa fue oficiada por el cura párroco y el vicario Enrique Abad quien destacó la devoción de Miró por la Mare de Déu dels Desamparats. Una vez finalizado el sepelio, Antonio Barrachina, concejal durante el mandato municipal de Salvador Miró, leyó una carta de despedida en nombre de todos los que lo acompañaron en esa andadura política, destacando su papel como primer alcalde de la democracia de Ibi. Las palabras de Barrachina emocionaron a todos los presentes, especialmente a su hijo y sus dos hijas.

El féretro de Salvador Miró recibió los honores de la Policía Local a su salida de la Transfiguración, como ex alcalde de la villa. Una larga cola, en la plaza de la iglesia, esperaba para dar el pésame.

Entre los asistentes, la alcaldesa de Ibi, Mayte Parra, y prácticamente todos los miembros de la corporación local. De poblaciones vecinas, acudió también la alcaldesa de Onil, Merce Mira.

El presidente de COEPA, el secretario de FEMPA, el delegado del Consell, diputados provinciales, el presidente de los empresarios de la Foia y numerosos jugueteros, acudieron al entierro de Salvador Miró, personaje ilustre de la villa, tal y como destacó Enrique Abad en la homilía.También estuvo el presidente de los jugueteros franceses y el de la asociación nacional de consumidores, ANCOJ.

Salvador Miró fue incinerado y sus cenizas reposarán en una capilla, propiedad de la familia.