“Por una mala mujer...” (tango)
Lo han dicho voces como la de Maria Sanahuja, jueza decana de Barcelona, o Francisco Real, presidente del Consejo Valenciano de Colegios de Abogados, la Asociación Clara Campoamor y la Asociación Familiar para el Bienestar del Menor: la actual Ley Integral de Violencia de Género favorece las denuncias falsas o exageradas por malos tratos. El legislador debería hacer una profunda reflexión sobre el “mucho dolor innecesario” que, en palabras de Sanahuja, está causando en muchas familias el Código Penal en materia de violencia doméstica.
Las terribles condiciones en que viven muchas mujeres han motivado la creación de un procedimiento de actuación extraordinario que les permita salir de tan dramática situación. Así, si una mujer denuncia un maltrato, la justicia actúa con celeridad: el presunto maltratador es automáticamente detenido y puesto a disposición judicial, y un juicio rápido establece en menos de 48 horas unas medidas de seguridad para la mujer. Este procedimiento extraordinario, diseñado para salvar vidas en riesgo, sin embargo, resulta pervertido cuando es utilizado por mujeres sin escrúpulos, a veces asesoradas por abogados con poca conciencia, como parte de una estrategia para conseguir ventaja en un proceso de divorcio, la custodia de los niños o el disfrute de la vivienda familiar.
¿Qué pasa si la denuncia es falsa? A la vista de la legislación actual, el hombre parece ser culpable por nacimiento, y la mujer, víctima por definición. En virtud de eso, y sin necesidad de más pruebas que la palabra de ella, el hombre es engrilletado, fichado, encerrado en un calabozo y puesto ante un juez, que tiende a curarse en salud ante un tema de tanta alarma social imponiéndole una orden de alejamiento hasta que haya una vista penal, donde deberá demostrar su inocencia. Si no lo consigue, arruinará su vida. Si lo consigue, el hecho no tendrá ninguna repercusión para la denunciante, lo cual alenta a muchas mujeres a utilizar tácticamente este tipo de denuncias ante un divorcio inminente. En cambio, ¿cómo se repara a ese hombre inocente de la tragedia que se le ha hecho pasar? ¿Cómo se le devuelve la dignidad? ¿Y a su familia, en la cual también hay mujeres, claramente maltratadas por esa otra mujer? ¿Cómo se repara el daño causado a los hijos comunes? ¿Una mujer capaz de hacer esto al padre de sus hijos puede ser una buena madre? ¿Merece obtener la custodia de los niños?
Es imprescindible corregir lo antes posible la actual Ley de Violencia de Género para frenar la proliferación de denuncias falsas, ya que no solamente deslegitiman el sentido de la ley sino que constituyen una terrible injusticia para los miles de familias que la sufren y una imperdonable ofensa hacia todas las auténticas víctimas de esa terrible plaga que es la violencia en el hogar. Por desgracia, tal como está formulada actualmente, la ley ampara a las mujeres maltratadas pero también a las maltratadoras. Nos puede pasar a cualquiera: solo es necesario dar con una mala mujer. Hemos pasado de un extremo al otro.
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