Carné con muchos puntos
Por José Luis Fernández
La fórmula de los puntos del carné de conducir funciona como un motor de primera: todos vamos unos kilómetros por hora más despacio y nos estrellamos mucho menos. Un éxito que ojalá vaya a más.
De momento, sólo nos mosquea un detalle: que a los extranjeros no les pueden quitar puntos. Hay que consolarse con que a nosotros tampoco nos pueden restar en este marcador cuando pasamos de los Pirineos. Y también, con que a los de fuera les hagan pagar a rajatabla las multas y no les dejen irse. Cuentan algunos ‘fitipaldis’ que en Francia, cuando a un foráneo lo cazan a toda pastilla, se lo llevan a la gendarmería y hasta que no afloja el bolsillo no lo dejan ir. Se supone que para que luego no se ande con recursos, alegaciones… y los de Hacienda no le pierdan la pista sin haber pagado la sanción. Espero que aquí, la Guardia Civil haga lo mismo.
Y luego está la cosa de la homologación de los carnés, terreno abonado para las injusticias. Si el Gobierno español y el del otro país, el del inmigrante que vive aquí, en la Foia de Castalla, tienen su convenio, el permiso de allí es válido en estas carreteras. Pero si no hay acuerdo, un simple papel firmado, el conductor tiene que examinarse otra vez.
Conozco un caso de un oriundo de Pakistán al que la Guardia Civil le ha endosado unos 500 euros de multa aunque ya había pagado las tasas y se presentaba al examen. Tiene su carné aprobado en su tierra pero aquí no vale… a menos que lleve menos de seis meses por estos lares. Entonces, como se le cataloga de turista, sí puede conducir sin problemas. ¿Quiere eso decir que si estás de paso, en plan golfo, eres menos peligroso que si curras todos los días y te conviertes en un habitante más de las montañas alicantinas?
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