Desde la estantería
El oficio del historiador o cronista, siempre consistió en dejar constancia de cuanto ocurría a su alrededor que, segúm su criterio, merecía ser recordado. Al igual que las reglas básicas del periodismo suponen ser: claro, conciso y directo, podría decirse que el cronista o historiador debe ser veraz, honesto y objetivo, si pretende hacer honor a su trabajo como practicante, cultivador o simplemente usuario de esa forma de literatura (posiblemente la más antigua) llamada Género Épico.
Aunque siempre se dijo aquello de: Si quieres saber historia lee a los historiadores, yo tengo ciertas reservas al respecto, porque un historiador es un individuo y por tanto, sujeto a predilecciones o tendencias personales sobre cuestiones sociales, políticas, religiosas o del tipo que trate, por lo que su versión sobre lo acaecido puede ser honesta con sus criterios, pero no siempre veraz y muy difícilmente objetiva, o sea que, hasta en esta materia, se puede aplicar aquello de que: Cada cual arrima el ascua a su sardina, salvando, como es justo, las honrosas excepciones, que las hay.
Con el fin de satisfacer mi insaciable curiosidad por conocer cosas del mundo que me rodea y del que formo parte, siempre encontré una fuente inagotable en la calle, hablando con la gente, oyendo a la gente, siendo gente. Otra fuente no menos importante fue la lectura, la novela costumbrista, por ejemplo, suele ser un espejo, bastante fiel por cierto, de la época en que viven sus personajes, así como pueden serlo, tanto, o tal vez más, los archivos y estanterías de un periódico y, esta es justamente una de las principales fuentes en las que pienso nutrirme para desarrollar este escrito, que conmemora los quince años del nacimiento del periódico comarcal Escaparate.
Qué mejor fuente que las estanterías de este medio, tan nuestro, para extraer un resumen (aunque sea somero) de los avatares que nuestra comarca ha sufrido, y también gozado, en esta década y media de noticias acaecidas y opiniones expuestas de la más variada índole social, política y económica.
De las entranas, o estanterias de Escaparate y de su bagaje noticiero, saco información sobre la lucha tenaz que viene manteniendo el sector de la industria juguetera por no desaparecer de nuestras tierras. Ha tenido que enfrentarse a muchos molinos de viento. Como en la novela cervantina, no logró vencer a ningumo, pero si sobrevivir dignamente a todos los enfrentamientos, la prueba esta en que el sector juguetero sigue ahi, malherido y achacoso, pero continda vivo, asi como la esperanza de quienes poblamos esta comarca, de que numca se firme su certificado de defunción porque, semejante perdida, nos haria llorar una actividad que mejoró la vida de los ibenses e hizo posible que estas tierras dieran cobijo a muchas familias venidas de otras regiones.
Y no se puede hablar de juguetes sin mentar, con la admiración y respeto que merecen, a la familia Paya, pionera en esta industria, y a dos personajes destacados de este mundo en el que se compagina la utilidad y la fantasia, me ref~ero a don Carlos Bernabeu y a don Salvador Miró (seguro que me dejo a muchos mas, les pido disculpas) que, aumque ya no estan entre nosotros, viven en nuestra memoria como dos luchadores del sector que defendieron con ahinco, caminando siempre a la cabeza de su gente, como los buenos capit~mes.
A traves de la información que me of rece la estanteria de Escaparate, trato de reflejar en este escrito, de la forma mas clara y fiel que mis luces me permitan, cómo ha evolucionado nuestra comarca en los ó1timos quince arlos (que es la vida de nuestro periódico) en lo referente a trabajo e inmigración, dos temas tan estrechamente ligados, que no se entiende el umo sin el otro: el inmigrante busca um trabajo que le permita vivir mejor que en su tierra de origen y el patrono dispuesto a oirecer este trabajo, pretende recibir un servicio honesto, esta seria la regla simple y llana del asunto, sin embargo, el tema de la inmigración en nuestro pais en general, y en nuestra comarca en particular, no ha caminado por los senderos de claridad y concordia que hubiera sido deseable. Esta mala calidad en el terreno laboral, se podria achacar a que la cosa siempre anduvo entre la ilegalidad disimulada y el mondo clandestinaje, una situación difusa que propicia la picaresca y estimula la desconfianza en ambas partes: empresario y trabajador.
El aluvión de inmigrantes extranjeros vino a coincidir, mas o menos, con el sarampidn urbanistico, esa enganosa bonanza económica que a casi todos nos ha hecho creemos ricos, hasta que la burbuja nos ha estallado en las narices y ahora vemos que si, ha hecho ricos a algunos en poco tiempo, aunque a una minoria dentro del conjunto de nuestra sociedad, porque ha favorecido a especuladores oportunistas, en detrimento de unos derechos basicos para las clases trabajadoras, que han visto impotentes cómo la adquisición de una modesta vivienda se escapaba de sus posibilidades y, muchas de las familias que han tenido la temeridad de embarcarse en la aventura de adquirir un techo que les cobije, ahora se ven con una hipoteca cuyos intereses suben cada noche y con la espada de Damocles de quedarse si empleo gravitando sobre sus cabezas. Los inmigrantes, como parte mas vulnerable, son los primeros perjudicados en este batacazo económico que todavia hay quienes se resisten a llamar crisis.
Siempre me hizo sentirme bien el ejemplar comportamiento de la Sanidad, la Ensenanza y los ayuntamientos de nuestra comarca hacia los immigrantes. El que se atienda a un ser humano en cualquier centro de salud de la S. Social sin tener en cuenta dónde nació ni preguntarle si tiene dinero para pagar la factura, ya es un signo inequivoco de que un pais respeta los principios humanitarios por encima de cualquier cuestión burocratica. Si a esto agregamos la buena disposición demostrada, escolarizando a hijos de inmigrantes, hasta con ciertas ventajas económicas respecto a hijos de padres autóctonos (algo que, dicho sea de paso ha levantado sus resquemores) podria decirse que nuestra comarca, salvando las 1ógicas excepciones, se ha portado razonablemente bien con los inmigrantes extranjeros: ha seguido haciendo honor a su bien ganada fama de tierra hospitalaria.
Desde mi rincón de la estanteria, deseo muchos anos mas de vida a Escaparate.
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