Los otros dioses
Juan José Fernández
Casi todas las fiestas de Moros y Cristianos que, desde muy antiguo, se vienen celebrando en estas comarcas de la montaña alicantina, tierras que fueron fronterizas entre la cultura islámica y cristiana de la España de aquella época, casi todas, digo, culminan con la victoria de las huestes cristianas.
Es lógico, claro, puesto que es la mismísima Virgen o el Patrón del pueblo, quienes se encargan, al fin, de alentar y fortalecer a los cristianos para que venzan, humillen y expulsen a los moros, a los “infieles”, claro que habría que preguntarles a aquellos musulmanes españoles, quienes eran los infieles.
En fin, sea como fuere, lo cierto es que las fiestas de Moros y Cristianos, en cualquiera de nuestros pueblos, suponen un alarde de vistosidad, música y colorido, muy difícil de igualar en cualquier otro tipo de festejos populares.
Las fiestas, del tipo que sean, deben servir para disfrutarlas, emocionarse y para divertirse, así deben haberlo entendido en el pueblo de Beneixama, cuando algunos de sus habitantes, al ser consultados, afirman no tener ningún tipo de inconveniente en reformar, o incluso eliminar de sus fiestas, alguno de sus actos que pudieran dar lugar a polémicas que agriaran la cosa.
Todos los pueblos en los que se celebran fiestas de Moros y Cristianos, habrán de mirar con lupa cualquier gesto o detalle que pueda resultar ofensivo para la religión musulmana, ya que cualquier desliz puede ser motivo de serios altercados que rompan la precaria estabilidad entre el mundo cristiano y el mundo musulmán. Una situación creada por el extremismo islámico, ciego e irracional, y el integrismo yanqui y la lamentable política exterior (no menos cerril) del presidente Bush. Una situación crispada, cuyas consecuencias habremos de pagar todos, desde los festeros de cualquier pequeña población, hasta el Papa.
Durante muchos años, vivimos con el miedo metido en el cuerpo por el llamado “equilibrio del terror” en la que llamaban “guerra fría” entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, sabiendo que cualquiera de estos dos colosos tenían suficientes armas nucleares como para destruir el planeta Tierra en poco rato. Ahora nos toca vivir otros miedos. Las gentes del pueblo llano, parece que estemos destinadas a vivir entre dos fuegos.
El problema es de tal envergadura, que no se va a solucionar con retocar algunos de los actos en las fiestas de Moros y Cristianos, pero de cualquier forma, es una buena táctica no meterse con los dioses de los demás.
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