Por Goguiza (goguiza@hotmail.com)

Si me remonto a lo que son las Sagradas Escrituras, debo decir que Eva tentó a Adán, lo sedujo para que comiera del fruto prohibido, cosa que él –sin oponer mucha resistencia– aceptó gustoso, llevado por el deseo de ser igual a Dios, acción por la cual fueron expulsados del Paraíso, pasando de una vida gloriosa a otra llena de sacrificios, dolor y sufrimiento...

Se multiplicaron los dolores del parto y para él la cosa no fue menor, considerando que debía ganarse el pan con el sudor de su frente, sin embargo debían permanecer juntos llevando esta cruz, siendo una sola carne.

Ahora veamos cómo han cambiado las cosas desde aquél entonces: Hoy en día las mujeres, en su mayoría, son las que sudan la gota gorda trabajando, no sólo en casa, sino fuera de ella también, viendo a los hijos y tratando de ser multifuncionales en todo sentido.

Esta competitividad sana, o no, ha hecho que se generen roces en la pareja, celos, malentendidos. La independencia económica en la mujer ha hecho aparecer en el hombre la inseguridad; siente que pierde el dominio, que se le invade su terreno, las mujeres se han transformado en una amenaza constante...

Me pregunto qué tan beneficioso ha sido esta evolución en cuanto a la calidad de vida familiar y en cuanto a la complementación (ese será tema para más adelante), y como toda acción genera una reacción tenemos como consecuencia la frustración de muchos hombres (no todos, gracias a Dios), traducida a la más baja de las atrocidades como es el FEMICIDIO.

¿Le suena similar a homicidio, genocidio o suicidio? Así es, exactamente todas tienen el factor común: la MUERTE. El precio que se paga por esta emancipación es el más alto de todos, y no me logro explicar cómo el hombre que se ha escogido para ser el cómplice, amante, compañero y amigo para toda la vida (idea utópica en la mayoría de los casos), se transforme en el peor enemigo.

OJO ENTONCES CON ESO DE QUE HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE, CUIDADO..., SE PODRÍA HACER REALIDAD.