ETA, sí, ETA, no
Por José Luis Fernández Rodrigo
Como el estribillo de ese himno makinero de disco de la ruta del bakalao, "Ésta, sí, ésta, no..." no acierta uno a hacer un pronóstico o a tomar una postura clara después de anunciar ETA un "alto el fuego permanente". La primera reacción, humana y natural, es casi de euforia. ¿Se acabaron las muertes? ¿Podrán, por fin, saltar de la cama por las mañanas los vascos sin miedo a que sea su último día?
Dar una respuesta afirmativa a esos dos interrogantes bien vale unas concesiones.
Pero la segunda reflexión, lacerante en la conciencia, nos conduce a pensar en las víctimas del terrorismo. Cualquier vía de negociación debe quedarse en términos políticos y no disculpar asesinatos.
Si el movimiento abertzale da el paso de abandonar el sendero de la muerte, hay que ayudarles poniéndoles carteles indicadores hacia la autopista de la democracia. ¿Autodeterminación? Por qué no, si es que la mayoría de los vascos la quieren (yo lo dudo, pero preguntémosles). ¿Referéndum? Claro, pero sin coacciones a la gente y sin nacionalistas mediocres que pidan la abstención, como ya hicieron con la Constitución Española.
No podemos olvidar 800 muertos, que paguen sus culpas horribles los responsables, pero demos una salida honrosa al resto para que esa cifra se quede ahí.
Probablemente, la derecha invocará en las próximas semanas la Constitución como marco máximo de negociación con los abertzales. Sería esa una postura miserable e irresponsable, ya que toda ley es reformable, y sólo demostraría un afán por reventar la paz y que ETA vuelva a matar. También probaría que el PP no soportaría el triunfo del PSOE de acabar con el terrorismo. Tendrá que ser por encima de su cadáver... y del de otros.
De todas formas, más allá de lo que hagan estos españolistas un tanto exagerados, el éxito de este diálogo entre demócratas y radicales va a depender, en última instancia, del PNV. Sólo el rastrero nacionalismo calmará los ánimos de sus cachorros violentos y desterrarán algún día su fórmula sanguinaria de golpear el árbol y recoger los frutos.
[volver]