Un ministro científico, qué bien
Por José Luis Fernández
Cuando empezó a aparecer en los papeles, Bernat Soria sorprendía por todas las atenciones que le dedicaba el entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. ¿Por qué le había caído tan mal un hombre de ciencia al Molt Honorable? Sólo porque no era de su cuerda política. Cuestión de sectarismo, una vez más.
Con la falta que nos hacen los científicos en la política. Su espíritu racional, analítico, lógico y ajeno a prejuicios nos vendrían de perlas en más de un asunto que ahora se maneja estúpidamente con la calculadora de los votos.
Hace unos días, Bernat Soria se juntó con otros profesionales de la ciencia y la investigación, en el instituto Aiju de Ibi. Y en esas reuniones de gente sensata suelen parirse ideas con trellat. Van a vigilar mejor en las aduanas europeas para que no entren juguetes de esos que pueden asfixiar o envenenar a un niños, esos artículos tan baratos y deslocalizados, fabricados por esclavos chinos (esto último no lo dijeron ellos, lo apunto yo).
En fronteras españolas, Soria dijo que van a instruir y ayudar a los inspectores de aquí y que Consumo retirará del mercado más rápidamente esas bagatelas. Le va a costar algo más que en Bruselas se pongan las pilas, porque muchos de los que facturan millones con los juguetes en Europa ya se han apuntado a ganar dinero más rápido en Asia.
A ver si el Gobierno que salga de las urnas el año que viene ficha a algunos científicos más, como Soria, que defiendan buenas causas con esa honestidad del investigador, y las defiendan con uñas y dientes. Esos dientes que ahora nos van a arreglar gratis, ¡por fin! en la Seguridad Social. Siempre que algunos cantamañas de nuestra Generalitat no se pongan a cacarear que ellos ya cubren la atención sanitaria de los piños, en lugar de ponerse de acuerdo con el ministerio de Soria. Qué más da quién pone el dinero, lo que importa es que nos curen.
[volver]