Bancos sobrados
Les faltaba liquidez (como a muchos parroquianos, que por eso acuden a abrevar a diario al bar) y resulta que cuando el Gobierno les ofrece unos miles de millones de euros, no acuden. Que sí, que es cierto, la inyección para salvar el sistema financiero que decidió ZP, que parece que los prestamistas le han dicho al presidente que se la ponga él en la retaguardia.
La fórmula de la subasta de activos no ha funcionado, y la mitad del dinero asignado en la primera puja se ha quedado sin destino por falta de candidatos. Los analistas han dado, como siempre, unas explicaciones de este misterioso desplante: los bancos no quieren que se sepa a quién le va peor, quien está más achuchado, y no se fían de la discreción de ir a pillar pasta ante luz y taquígrafos. Pero me da a mí que el problema está en que los dineros no son a cambio de nada, como le hubiera gustado a más de uno, sino que la compra de activos implica, claro está, que el poder público pasa a ser de alguna manera accionista, dueño, socio… un compañero incómodo y una rendición al intervencionismo estatal, esa cosa antigua y soviética.
Además, y ahí sí que es para pasmarte, algunos han insinuado incluso que el monto total de la inyección gubernamental era poca cosa, calderilla para ellos. ¿Para cuándo una banca pública, y que se busquen los cuartos esta banda de cuatreros que se han forrado –y siguen– durante años de ladrillazos y ahora lloran con excusas de subprimes y otras gaitas?
Todos esos millones, ZP, repártalos entre la gente que paga hipotecas, ya verá como se reactiva el consumo, la economía desesperada que nos atosiga y este sistema de gastar por gastar.
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