Barberá
En estos tiempos de crisis parece un mal chiste que siga administrativamente adelante la construcción de una urbanización de lujo en los aledaños de la Font Roja. Parece mentira que continúe una promoción que no quiere nadie en Ibi y nuestra alcaldesa debería de negociar con los promotores para que desistan de tan temeraria cementada; se les puede compensar sus derechos con otras zonas o pagarles su lucro cesante o sus derechos administrativos para que urbanicen en otro sitio, p.e. en Rumanía que ahora está de moda para estas cosas.
Visto lo visto con respecto al proyecto del Hotel de la Font Roja parece que a nuestra omnipresente alcaldesa sólo le queda la movilización ciudadana para poder tumbar el proyecto de los constructores capitalinos. Y eso sin pensar en que estos inversores foráneos hagan una cagada, con perdón, al estilo de Proisa y nos dejen un terreno desbrozado y una construcción a medio hacer porque se queden sin recursos para acabar tan faraónico proyecto.
Porque, ya me dirán, si está el panorama económico para que la gente se gaste un fortunón en comprar segundas residencias de lujo. Y eso sin hablar del impacto visual medioambiental, el desarrollo sostenible o el seguimiento que se hace desde Europa del urbanismo alocado que se hace en nuestro país, España.
El origen del problema, al igual que pasó en el caso de la promoción paralizada de las faldas del cerro de Santa Lucía, es un PGOU que se aprobó en época socialista pero que la normativa medioambiental más reciente, el sentido común y la actual crisis hacen que se tenga que revisar (el malhadado PGOU).
Creo que nuestro gobierno municipal ya tiene demasiados problemas de banderías y abanderadas como para meterse en este jardín estúpido por innecesario y fuera de lugar.
P.D: Yo también meto la pata y en este caso le pido disculpas al capitán Mario y a su gente por mi broma extemporánea e inexacta. Y, por una vez, estoy de acuerdo con otro concejal-pirata: la Plaza de la Palla parece más sucia que antes.
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