Urbanismo y urbanidad
Por José Luis Fernández
Qué difícil es administrar lo que es de todos. En especial, el suelo sobre el que se levantan nuestras moradas, nuestros jardines y glorietas o nuestras carreteras. Parece que se ha resuelto ya el conflicto entre el Ayuntamiento de Ibi y la familia propietaria de la Finca Giravella (o es Xiravella), no sin antes un pleito por medio y hasta un cambio de signo político en el gobierno municipal. Como en el caso del inmueble de la Plaza de la Iglesia, del que ya hablamos hace pocas semanas, nos topamos con el espinoso asunto de una propiedad privada que pasa a beneficio de todos y hay que determinar cómo se compensa a sus dueños.
Lo fácil es caer en si esos propietarios tienen dinero y, por tanto, no están necesitados, para darles cualquier cosa y ya está. Pero esta visión maniquea es injusta y no tiene nada que ver con el ideal de Robin Hood, aquello de robar a los ricos para dar a los pobres... Eso sí, tampoco habría que consentir que nadie descuide su solar hasta el abandono, sólo porque es suyo, en espera de que suba de valor y dar el pelotazo. Como siempre que hay negocio posible, lo mejor es regularlo todo por ley y ser flexible para abarcar todos los casos posibles: una buena solución podría ser que se estipularan unas tasaciones razonables o expropiaciones, o bien que se propusiera a los afectados una permuta, cambiarles su terreno por otro situado en otro lugar del pueblo. Aunque a fin de cuentas, debería prevalecer también el criterio de si es realmente necesario que el Ayuntamiento se apropie de ese solar, finca o lo que sea. Urbanismo, sí, claro, pero también un poco de urbanidad, de generosidad con las familias, sobre todo si todavía habitan en su casa. Al fin y al cabo, en el término municipal de cualquier pueblo, por pequeño que sea, siempre quedan rincones para hacer parques, jardines y lo que haga falta, sin echar a nadie a la calle.
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