¿La Foia es como Nueva Zelanda?
Por José Luis Fernández
Una noche de no hace mucho, sentado ante mantel y algunas delicias culinarias, escuché el para mí inquietante relato de una comensal que había viajado recientemente a Nueva Zelanda. Contaba que allí, en nuestras antípodas, sólo se permite viajar como turista, temporalmente, pero no admiten a nadie para afincarse allí y quedarse a vivir.
Muchas veces he intentado procesar –como lo haría un ordenador– esta información en mi ‘computadora personal’, la sesera, y no llego a ninguna conclusión satisfactoria 100%.
En principio, me parece una postura que roza el nazismo, por lo xenófoba y opuesta al mestizaje. La argumentación que dan las autoridades neozelandesas es que ellos tienen calculados todos los recursos de sus tierras y si ponen más bocas sentadas a su mesa, se desequilibrará su economía y no habrá para todos.
Visto así, incluso parece racional y más civilizado que nuestro modo de organizarnos.
Trasladada a la Foia de Castalla, esa política no hubiera autorizado nunca los cientos de chalés de Castalla International, por ejemplo, ni los que ahora se quieren hacer cerca del Mas Sopalmo –con especial entusiasmo del PP de Ibi– o junto al colegio Felicidad Bernabéu –en este caso, la alegría anima al PSOE–, y la cosa parece que no se parará ahí, sino que habrá más macrourbanizaciones.
¿Es sólo agua lo que nos puede faltar? Pero negarse a esta fiesta de los ‘ladrillazos’, ¿no entrañará perder riqueza y nuevos puestos de trabajo cuando algunas de nuestras industrias peligran por la competencia china? Todos esos europeos que buscan casa para jubilarse al sol comprarán su nido de lujo en Málaga o en otro rincón soleado, aunque aquí nos atrincheremos contra el urbanismo.
Lo triste es que estas alegrías y entusiasmos de los políticos en el poder o en la oposición no nacen de que reflexionen acerca de Nueva Zelanda o de si nuestro paisaje de almendros y oliveras peligra, sino que suele pasar que les mueve exclusivamente arrimar el ascua al promotor amigo. Y con tanto dinero en juego, me acaban dando ganas de irme a Australia (en Nueva Zelanda no me dejarían, claro).
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