Morales, 1; Bolsa, 0
Por José Luis Fernández
Por una vez, empezaré por donde lo dejé, por Evo Morales. No sé si en nuestra Foia de Castalla hay muchos paisanos que han metido sus ahorros en la Bolsa, póngamos por caso en Repsol o el BBV, pero siento no solidarizarme con ellos.
Me parece una mejor causa que los indios –y el resto de mortales– que viven en Bolivia puedan soñar con un futuro más nutritivo por recuperar los pozos de petróleo. Su presidente, Evo Morales, se está ganando a pulso una guerra civil por darle pellizcos al mercado libre. Un par de nacionalizaciones más y, como por arte de magia (yankie), le va a salir una oposición a la que aplaudirán y jalearán todos los partidos de derechas del mundo occidental.
Es más, cuando ya no nos acordemos mucho de que le ha votado la mayoría de su pueblo, empezarán a insinuar que Evo Morales llegó al poder de forma fraudulenta. Sí, hombre, eso normalmente se arregla cuestionando el sistema democrático de Bolivia. Aparecen en la pantalla de televisión unos cuantos disidentes (pagados todos por la CIA) que nadie conocerá, con cara de pena y jurándonos que ellos fueron testigos de que Evo Morales compró voluntades y apañó su victoria electoral.
Para imaginarnos cómo se deben sentir los bolivianos ahora que su presidente ha quitado a las petroleras el chollo en su país, a golpe de rodillo legal, tendríamos que ponernos en su piel. Si la industria juguetera hubiera quedado en manos multinacionales extranjeras, que pagaran unos salarios propina y se llevaran calentitos todos los beneficios a sus países, mientras la comarca de la Foia de Castalla languidecía en la miseria, ¿seríamos todos tan entusiastas del mercado? ¿Veríamos con malos ojos que nuestro Gobierno diera una patada a todos estos gigantes empresariales y convirtiera en públicas estas industrias y en nuestra su riqueza?
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