A la cola de Europa
Por Juan José Fernández
Alicante es la provincia en la que más subió el paro en el último año.
Uno, ni pretende ni desea hacerse acreedor del título de pájaro de mal agüero o boceras de malas noticias y, en su afán de agarrar las cosas por el lado que menos queman, piensa y dice que si tanta gente ha ido al paro es porque había mucha gente empleada. En Soria, es un decir, tengo por seguro que no se da este trasiego en el mercado laboral.
Los alicantinos, que además nos seguimos considerando españoles aunque ello no sea muy popular en los tiempos que corren, nos fijamos y nos pone a cavilar otra noticia que reza lo siguiente: “España está a la cola en Europa en el gasto en ayudas a los ancianos”.
Esta noticia ya nos escuece más, sobre todo a quienes estamos cruzando los umbrales de la vejez, esa etapa que don Miguel Delibes calificó hace tiempo cruda, pero acertadamente, de antesala de la muerte.
Nos escuece y nos preocupa esta noticia porque después de estar vendiéndonos la burra durante tanto tiempo diciéndonos que somos europeos, nos revelan un “secreto” que ya todos conocíamos: Que cualquier pensionista suizo, alemán o británico, podrá vivir en a cuerpo de rey en España con la prestación social por vejez que percibe en su país de origen, un hecho que por más que conozcamos, no deja de meternos los dedos en el hígado.
Hay, eso sí, un propósito de enmienda por parte de nuestros mandamases que aseguran que en los próximos meses se podrá aprobar una ley que regulará el Sistema Nacional de Dependencia, esto es: Que los ancianos que no puedan valerse por sí mismos, a causa de dolencias propias de la edad, percibirán unas ayudas adicionales que palien, al menos, el coste que supone para sus familiares o para ellos mismos, estar debidamente atendidos en esa recta final de la vida, por lo general plagada de difíciles curvas.
Esperemos, ya que la esperanza al contrario que los mecheros y los paraguas es lo último que debe perderse, esperemos digo, que estos buenos propósitos se cumplan y los españoles dejemos de estar en la cola de Europa en algo de tan vital importancia como es velar por el bienestar de nuestros viejos (que cada vez seremos más) sobre todo por los que además tengan la desventura de padecer dolencias o demencias que les impidan valerse por sí mismos; sí, apelemos a la buena conciencia de quienes nos gobiernan.
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