A les dos i mitja, me’n vaig a dinar
Por Vicente J. Sanjuán
Yo tengo la suerte de tener un “balcó en el carrer constitució” y el día de la entrada me las arreglo para verla junto a unos amigos, unos aperitivos y una buena película de más de dos horas. El año pasado vi "El doctor Zhivago" y salía al balcón a ver los momentos más estelares de la Entrada. Este año veré “Los diez mandamientos” y; entre plaga y plaga, veré los boatos.
Este último año sé que ha habido polémica y que alguna abanderada ha llorado porque cuando estaba desfilando ya no había público que la jaleara. Con buen criterio, la Comisión de Fiestas quiere imponer un decálogo de uso interno para organizar el desarrollo de la Entrada y que ésta sea más ágil y la gente se pueda ir a comer o a cenar con la última abanderada todavía en los ojos.
Fiesta, fausto y fastuoso tienen el mismo origen etimológico y es inevitable que la fiesta tienda a ser fastuosa y a ser una proyección del poderío económico del festero. La acumulación de boatos y especiales puede llegar a ser infinita y crear antagonismos entre los propios festeros; parece lógico que se quieran equiparar los boatos y las bandas de música para evitar agravios y agilizar la fiesta pero ¿querrán autolimitarse los fastuosos festeros?
Por otra parte, yo he sido organizador de eventos festivos, en otro contexto como son las recreaciones napoleónicas, y nadie quiere ser el que le llame la atención a otro compañero por el mal rollo que supone y la posibilidad de que te monte un número. ¿Nos acordamos del numerito que supuso para Montesinos la expulsión de la Entrada de Bernardo Coloma? Uno va a la fiesta a divertirse y no a comerse marrones que te van a generar mal ambiente en la propia comparsa. ¿Se va realmente a poder aplicar el decálogo? ¿lo van a aceptar alegremente los festeros? Hay un cierto número de festeros que piensan que las fiestas son ellos y están hechas para ellos; piensan que si la última abanderada acaba llorando o que la gente se tiene que ir a comer no es su problema ya que ellos son ahora los primeros en el orden de desfile y “el que vinga darrere que arree”.
La verdad, no les arriendo la ganancia a los de la Comisión de Fiestas pero me imagino que hace falta un poco de orden en la fiesta que, por definición, es la subversión del orden.
P.D: Estos Diez Mandamientos se resumen en uno: ama al prójimo como a ti mismo.
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