Por eso nunca seremos nacionalistas
Por José Luis Fernández
La idea de trocear España con muchas autonomías, una especie de Estado federal, siempre se me antojó tan justa y democrática como racional para gestionar mejor los fondos públicos. Si el poder se acercaba más al pueblo, a todos los pueblos, grandes y pequeños, mejor para todos.
En la práctica, el invento nos está trayendo más egoísmo y más injusticia de la que ya teníamos con el caciquismo franquista. Entonces, la gente bien lo acaparaba todo y tiraba migajas a los pobres; hoy, los nacionalistas históricos, los nuevos capitalinos con parlamento autonómico y, cómo no, los cortesanos madrileños, se reparten el botín de nuestros impuestos.
Para arreglar el colegio Cervantes de Ibi, que se cae a pedazos desde que yo era un chaval –y peino algunas canas ya, antes de los 40– el dinero de la Conselleria llega con cuentagotas y todo son largas para las obras. Y el antiguo Cine Río, han tardado 10 años en rehacerlo.
En cambio, en esta década, a la ciudad de Valencia no le ha faltado detalle: Oceanogràfic, Palau de les Arts i les Ciències... y allí no había cicatería, si el arquitecto se equivocó y la broma cuesta unos cientos de millones más (de euros, ojo), ¿para qué está el presupuesto de la Generalitat?
Aunque luego batamos el récord de deuda y nos tengan que coser a impuestos, lo importante es que Rita y su Partido Popular saquen pecho de lo bonita que se ha quedado Valencia.
Por supuesto que hay que dejar las ciudades así de hermosas, como la capital del Turia, pero todas. Los parlamentos autonómicos y las sedes de estos gobiernos tan modernos de las comunidades tienen que estar en algún sitio, pero eso no significa que toda la pasta (o casi) se quede allí. ¿Y luego se extrañan los entusiastas de los Països Catalans de que aquí no germina el espíritu nacionalista? Si teniendo un president en Valencia ya nos timan, imagínense ustedes que estuviera en Barcelona, 350 kilómetros más al norte, y con siete provincias (perdón, tropecientas comarcas, según el gusto catalanista) y un puñado de islas a su cargo.
[volver]