Las naves-nido (de águilas)
El posible escándalo ha sido silenciado por las fiestas navideñas, pero considero que el asunto tiene la suficiente trascendencia como para denunciarlo alto y claro. Quizás algún lector recuerde haber oído hablar y discutir sobre el Convenio entre el Ayuntamiento con la Cámara de Comercio para la construcción de “naves-nido”, asunto que dará mucho que hablar, se lo aseguro.
Pues bien, nuestras autoridades locales, no contentas con ceder a la Cámara una parcela de titularidad municipal de 17.478 m2, para 30 años prorrogables a 50, habían decidido no cobrarle las Tasas por las Licencias municipales. Me imagino a Maite Parra sentada con Valenzuela y diciendo “Tranquilo, que ésta la pago yo”. Se trata de un ejemplo más de la política que se practica en nuestra localidad: compadreo y amiguismo disfrazados de convenios aparentemente legales.
Para cuadrar las cuentas, hacía falta aprobar una modificación presupuestaria mediante la cual el los 114.120,00 € que tenía que ingresar el Ayuntamiento por las Tasas, quedaran convertidos en una subvención a la Cámara por el mismo importe. Denuncié esta irregularidad en la Comisión Informativa correspondiente y en el Pleno de 3-11-08 advertí a mis compañeros del Partido Popular de que podían estar cometiendo una ilegalidad si la aprobaban. Nada, ni caso. Todos a una, cerrando los ojos ante la evidencia, levantaron la mano votando a favor de lo que proponía la Sra. Alcaldesa.
Convencido de que el Convenio era absolutamente ilegal, de que los impuestos no se pueden subvencionar, de que el ámbito tributario rige un inquebrantable principio de legalidad y de que debía defender los intereses de nuestra Hacienda Local, presenté un recurso contra aquel acuerdo plenario. Para desestimar mi recurso hubieran necesitado un informe favorable por parte de algún técnico municipal y, al parecer, nadie estaba dispuesto a arriesgarse, por lo que el equipo de gobierno tenía que buscar la forma de salir airoso del embrollo que ellos mismos habían generado.
Claro, la Cámara, única beneficiaria real de este “apaño”, salió al quite: anunció que renunciaba a la subvención y que alguien pagaría los tributos. Ha sido una salida honrosa que permite solucionar el problema sin tener que rebajarse a estimar mi recurso y a reconocer que mi postura estaba perfectamente argumentada. De esta forma nuestro Ayuntamiento, es decir, nuestro pueblo, recupera esos 114.120,00 € de impuestos que tan generosamente iban a ser dispensados a los amiguetes.
Este importe supera con creces todos los emolumentos que recibiré como Concejal a lo largo de toda la legislatura. Ahora, parafraseando a nuestra primera autoritaria local (perdón, autoridad local ... ¿en qué estaré pensando?), puedo decir que mi presencia en el Ayuntamiento “no le costará ni un duro a los ibenses”. No todos van a poder decir lo mismo.
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