El título de este artículo editorial rinde tributo a la última película de Tarantino, pero con diez odiosos más, porque muchas simpatías no deben de despertar en el seno del PSOE afín a Pedro Sánchez los 17 dimisionarios golpistas, más el que se nos antoja la cabeza pensante de toda esta pueril trama urdida con nocturnidad y alevosía, que no sería otro que el expresidente Felipe González, quien sigue lanzando la piedra y escondiendo la mano desde su retiro allende los mares.
El miércoles 28 de septiembre por la mañana, González encendió en la radio la mecha de la mascletà de por la tarde, desentendiéndose de las consecuencias por la noche aduciendo, con su habitual e insulsa retranca, que él no es Dios, como si hiciera falta tal aclaración. González se lamentaba de que Pedro Sánchez le había engañado, puesto que, en una conversación privada que no tuvo reparo en desvelar, le había asegurado que el PSOE se abstendría en la segunda votación y, por tanto, facilitaría un gobierno con Mariano Rajoy al frente.
En caso de que esto sea cierto, que tenemos nuestras serias dudas, parece como si Felipe González hubiera preferido que Sánchez faltara al compromiso con sus millones de votantes antes que incumplir lo que le dijo a él en privado (posiblemente para que se callara y dejara de meter sus extemporáneas narices donde nadie le había dado vela). Si al aún secretario general del PSOE le duele la boca de repetirle a Rajoy el ya clásico “no es no”, ¿qué le hizo pensar a Felipe González que se iba a abstener, quedando en evidencia delante de toda España? Algo no cuadra; y el expresidente González no peca de ingenuo, precisamente.
Sea como fuere, lo que estos días se está viviendo en el PSOE es inaudito, kafkiano y chirigotesco, más propio de un patio de parvulitos que de un país que políticamente suponíamos mayor de edad, aunque la realidad nos escupe a la cara que los usos y costumbres siguen siendo, mayormente, cortijeros y revanchistas.
Las cosas no se hacen así, en absoluto, y para evitar estos lamentables espectáculos existen los reglamentos y los estatutos, que deben cumplirse de una forma ordenada y natural, nunca forzada. No sabemos qué pretenden los 17 rompiendo la baraja pero, si su objetivo es hundir al PSOE y que Rajoy vuelva a ser presidente, lo están bordando.