Editorial nº 632
Viendo el organigrama de la Generalitat Valenciana, parece que en esta Comunidad ni hay crisis ni se la espera. El problema es que nuestros dirigentes autonómicos están tan acostumbrados al sistema que tienen montado desde hace años que parece que no están dispuestos a mover ni un solo dedo por renunciar a sus privilegios en beneficio de esta autonomía y sus gentes.
Pongamos como ejemplo el acto de entrega de llaves del módulo de vestuarios del campo de fútbol de Onil, un edificio que fue inaugurado hace un año (en marzo de 2011) pero que, al parecer, aún no había sido utilizado. Ésta es otra de las curiosidades que deparan los años electorales, que todo es inaugurar cosas (bien sea vallas de parques, edificios vacíos o vestuarios fuera de funcionamiento) para demostrar lo bien que lo hacen unos con el dinero de otros.
Pero no es éste el tema de hoy, a pesar de que la nota de prensa de la Generalitat ‘vendiera’ el acto como una inauguración, sin saber ni importarle que esos vestuarios ya hubieran sido inaugurados. Se trataba de la entrega de las llaves de los vestuarios a la presidenta del equipo de fútbol de Onil, puesto que esta vez (un año después) el edificio parece que ya se puede utilizar.
Para este paripé sin ningún tipo de sentido se desplazó a la villa muñequera, en su coche oficial y con sus dietas oficiales, nada menos que el director general de Deportes de la Generalitat, que es quien acude cuando no puede hacerlo el conseller de Deportes (en este caso consellera, la otrora presentadora de TVE Lola Johnson), que es quien acude cuando no puede hacerlo el presidente de la Generalitat, que no puede estar en todo. Y por debajo del director general hay otros, que no se acaba ahí esta pirámide de cargos sin ton ni son y con dudosas atribuciones.
Como diría Xavi Castillo, això qui ho paga? Adivinen...