Cuando la solución es el problema
Viene de un tiempo a esta parte indicado en las encuestas que uno de los mayores motivos de preocupación de los españoles es la clase política. Cuando uno pertenece a la clase de tropa de la sociedad como somos yo y la gran mayoría de mis lectores nos gusta saber que el que nos manda lo hace porque tiene más idea que nosotros de mandar y de lo que se lleva entre manos. Pero este no parece ser el caso de nuestra clase política; cada vez más desnortada y con las garras afiladas por alcanzar el poder y sus beneficios. En lugar de dar solución son parte del problema.
El otro día oí en el programa de Pepa Fernández de RNE que la diferencia entre los políticos y el resto de los españoles es que aquellos tienen bastante mala educación que el común de la plebe. Sin argumentos, con gestos maleducados, con insultos en lugar de con argumentos, sin imaginación, sin arrimar el hombro y tratándonos como si fuéramos niños de teta (tengo yo más dinero en la cuenta que Camps). El recorrido es amplio, lo vemos en Maite Parra, en Esperanza Aguirre, en Leire Pajín o en Corbacho. No es patrimonio de un partido o de una categoría administrativa; son todos igual de soeces y de interesados. La clase política ha reducido al patriotismo a su bolsillo y a sus prebendas (viajes, cargos en empresas públicas, dietas, vacaciones extensas en el tiempo o colocación de amiguetes en cargos de “confianza”). Y nosotros vamos como corderos al matadero, sin músculo moral para cambiar las cosas y el país yéndose al garete por la crisis. Que vamos a los 5 millones de parados pues aumentemos el IVA, que no hay pasta para pagar los gastos en la elefantiásica administración pues disfracemos a los cuerpos de seguridad de recaudadores de impuestos, que no queremos que los trabajadores vayan a la huelga pues compremos a los sindicatos. No nos damos cuenta de que esto va a estallar porque cada vez están más abrumadas las clases productivas por una administración pública que cada vez acapara más recursos; es como si la garrapata fuera más grande que el perro.
El Estado y sus dirigentes políticos no sólo recauda vía impuestos sino impagando sus obligaciones hacia las empresas y los autónomos. El principal moroso de España son las diversas administraciones del Estado; si tú te retrasas en los pagos a la Seguridad Social o en el IVA te cargan un interés de demora pero ellos te pueden pagar cuando quieran. Es la ley del embudo que nos lleva a época del Sherrif de Nottingham y a Robin Hood cuando el recaudador de impuestos era el persona más detestado por el pueblo explotado.
O no se dan cuenta porque no dan para más o porque no se quieren dar cuenta prefiriendo seguir la cobarde máxima de que “el tiempo lo cura todo” pero nuestros políticos nos están llevando a la ruina. No nos damos cuenta el pueblo llano de que el problema no es que nos gobierne el líder más inútil desde los tiempos de Fernando VII sino que tenemos una organización del Estado buena en tiempos de bonanza pero insostenible en tiempos de escasez como los de ahora. Sobran asesores, administraciones, viajes a Fitur y televisiones autonómicas.
Tenemos que robustecer al perro o en poco tiempo no quedarán ni los huesos.
P:D: ¿se puede defender, a la vez, el aborto y la supresión de las corridas de toros? ¿no merece el “mismo” respeto el indefenso embrión humano que el toro bravo? Así es este país de actores que dicen willipolleces.
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