La villa de Onil es un ejemplo de cómo pueden aprovecharse los recursos de que se dispone para plantear atractivas novedades que llamen al turismo en tiempos de crisis, cuando los grandes gastos (e incluso los pequeños) son imposibles.
También es cierto que, por mucha voluntad política que haya, si no hay colaboración por parte de los vecinos, clubes deportivos, comerciantes, asociaciones culturales, etcétera, ninguno de estos proyectos hubiera podido ser posible. Y fíjense, ahí están.
En este mismo año, en Onil hemos visto cómo se ha organizado sin apenas coste una nueva edición de la Feria de San Cristóbal, que se había dejado de celebrar precisamente por falta de liquidez. La Casa de l´Hort, que a buen seguro iba a permanecer vacía durante un buen tiempo, mientras se redactaba y se desarrollaba el proyecto del Museo de la Muñeca, con los fondos necesarios pendiendo de un hilo, resulta que lleva meses repleta de muñecas y maquinaria de la vasta industria colivenca. Vale que no es un museo sino una exposición temporal (aunque indefinida), pero se ha sabido sacar provecho a los fondos municipales y las donaciones de vecinos y empresas para montar esta bonita muestra que al turista deja satisfecho. Y, de nuevo, con una inversión mínima.
Otro ejemplo de esta optimización de recursos en Onil lo encontramos en la exposición de trajes festeros, embrión, al igual que la muestra de la Casa de l´Hort, de un proyecto mucho más ambicioso. Pero, de momento, ahí está la exposición, en el claustro del Palacio del Marqués de Dos Aguas, y siendo visitada por cientos de personas cada mes.
El último proyecto es sacar partido a maquinaria y aperos agrícolas que se están muriendo de risa en la Cooperativa, o en casas particulares, para que pueda ver la luz el Museo del Aceite.
Proyectos interesantes (y baratos) para sumar visitas.