Editorial nº 836
Una de las ventajas que tiene cerrar la edición de Escaparate cuando las gallinas ya llevan horas durmiendo es que aún podemos incluir informaciones de última hora que, debido a su interés para nuestros lectores, nos obligan a remaquetar algunas secciones para poder incluirlas en el periódico.
En el caso que nos ocupa, que no es otro que el Toro de la Vega, no ha sido necesario tanto cambio, dado que quedaba libre este espacio, el del Editorial, donde ya hablamos hace algunas semanas sobre este lamentable asunto. En esta ocasión retomamos el tema para congratularnos de que la Junta de Castilla y León, en manos del Partido Popular, ha aprobado un decreto ley que modifica el Reglamento de Espectáculos Taurinos y que prohíbe matar en presencia del público reses de lidia en espectáculos taurinos populares, lo que incluye al polémico Toro de Vega, que se celebra en la localidad vallisoletana de Tordesillas en septiembre. Este deplorable espectáculo consiste en lancear al animal con picas hasta matarlo.
El valioso primer paso al que hacemos referencia en el título de este artículo es que, a partir de ahora, el torneo seguirá celebrándose, pero sin lancear ni matar al toro. No obstante, se nos vienen a la cabeza un par de cuestiones: ¿Serán los mozos capaces de atenerse a la ley y dejarán al toro en paz? ¿O preferirán permanecer fieles a esta salvaje tradición a pesar de ser sancionados?
Mucho nos tememos que, al menos este año, la batalla campal y el sindiós que se va a vivir en Tordesillas va a ser digno de no acercarse por allí, no sea que paguen justos por pecadores (en este caso pagan siempre los mismos, los pobres periodistas a los que los lugareños odian con ganas por sacar a la luz la barbarie y el sinsentido de su fiesta mayor).
Tendremos que esperar a septiembre, pero de momento la cosa empieza a pintar mal. Nada menos que el alcalde de Tordesillas, socialista para más señas, ya se ha opuesto frontalmente al decreto. Con un par.
Esto de mezclar la política en cualquier cosa con fines electoralistas (¿cuáles si no?) debería también estar prohibido por decreto. La última es la polémica suscitada con la prohibición de la estelada en la final de la Copa del Rey. Dice el president Puigdemont, todo indignado él, que no piensa ir al partido; y Esquerra Republicana ha propuesto al Barça que tampoco se presente. ¡Pero qué chispa tienen!