Por José Luis Fernández Rodrigo
Vaya decepción, después de admirar en su día la interpretación cinematográfica que hizo de El Lute, o en la serie televisiva “Anillos de oro”, ver ahora a Imanol Arias con excusas de mal perdedor soltar eso de que “si en España no se puede trabajar, habrá que irse” después de que le han pillado en plan panameño.
Esto de los papeles de Panamá está retratando nuestra sociedad, para mal. Ha quedado claro que aparte de los kurrelas -ya sean los que viven pendientes de la nómina a final de mes, o los autónomos víctimas del pago a 90 días- al resto de los mortales, esa minoría de gente guapa (con posibles que decían antes) eso de pagar impuestos les resbala bastante.
Aunque Pedro Almodóvar nunca me ha emocionado con su cine pretendidamente transgresor y menos aún con esa soberbia, como cuando al ganar el Oscar se mofó de “Los lunes al sol” y sus Premios Goya, pues ahora ha tenido al menos una respuesta más decente cuando le han pillado en renuncio. Hizo mal montándose alguna empresa en Panamá y lo ha reconocido, hasta se ha prestado a pagar sus culpas, si las hubiere.
Pero lo de Imanol Arias tiene menos pase. Sobre todo, cuando se ha convertido en un habitual de la pequeña pantalla con un suculento contrato publicitario que le debe estar forrando el riñón y destaca en el cartel de una serie de éxito como “Cuéntame”, en la televisión pública, para más inri.
Si añadimos que el programa televisivo “Un país para comérselo”, que él protagonizaba junto a Juan Echanove, tiene una trastienda que el grueso de la población no conoce, y que dice muy poco de sus protagonistas, pues la decepción es doble.
Resulta que la “troupe” de este espacio dedicado a realzar las exquisiteces culinarias a lo largo y ancho de la Península Ibérica no elige los restaurantes, fondas, mesones, bodegas, hornos y demás escalas de su periplo solamente en función de criterios del paladar. Se “guía” también por el bolsillo. Y cómo...
Al parecer, la aparición en pantalla de fulanito o menganito se cobra después en concepto de publicidad, y a precios de televisión, lo que deja temblando las economías de más de uno. Por supuesto, el dúo Imanol Arias-Juan Echanove se pone “tibio” -como dicen por La Mancha- y, además de lo que se ve en la emisión, el numeroso grupo que les acompaña detrás de las cámaras también, con lo que entre el festín y la factura posterior, lo de “Un país para comérselo” cobra otra sentido, casi literal, porque se han “merendado” a media España, tragando de gañote y echando mano al bolsillo luego para sacarle la cartera al prójimo.
Claro, con estas costumbres tan peculiares, las reivindicaciones de un IVA cultural más razonable suenan casi a sacasmo.