Por J. J. Fernández Cano, escritor
Sí, debe resultar sumamente complicado para las autoridades sanitarias y políticas decidir el camino adecuado, o al menos el menos malo, para hacer frente a la situación, casi desesperada, que se nos plantea con la imparable evolución de la pandemia y sus imprevisibles giros, siempre a peor.
Las noticias que se nos muestran diariamente, casi a todas horas, no dan pie, ciertamente, para abrigar demasiadas esperanzas; ni siquiera se nos brinda ese clavo ardiendo al que agarrarnos, tan necesario cuando se viven situaciones extremas. En fin, siempre nos quedará el asidero de las varias vacunas que ya se están inyectando a sectores considerados de máximo riesgo de ser contagiados. Se espera que tanto en la adquisición de dosis, como en el aumento de sanitarios que las inyecten, se llegue a cubrir en el menor tiempo posible tan apremiante necesidad.
En lo que se refiere a nuestra Comunidad Valenciana, no escapamos nada bien en las cifras de contagios registradas últimamente, y si miramos nuestra comarca de la Foia de Castalla, la situación no da para alivio de penas, principalmente en nuestra villa de Ibi, en la que se ha registrado un alarmante aumento en el número de nuevos positivos.
Entre esta situación de agobio en la que a cada día transcurrido se agrega otro eslabón más en su ya larga cadena de desdichas, no hay que dejar de dar la importancia que merece la saturación, rondando el colapso en algunos de los centros de salud, donde ven impotentes cómo la afluencia de nuevos enfermos de Covid va muy por encima de las pocas UCI que van quedando disponibles en los hospitales, ya sea por que el paciente haya sido dado de alta, o por que se hayan creado nuevas camas o equipos adecuados para tal función.
En mi afán por aferrarme a algún asidero que mitigue mi desesperanza, saco mis cuentas y llego a la conclusión de que, por más demoledoras que resulten las cifras de casos que van apareciendo, la cosa no carece de cierta lógica, si tenemos en cuenta las operaciones de rastreo que se vienen efectuando últimamente, en poco tiempo se les viene practicando a más personas el PCR que en todo el periodo que llevamos de pandemia, lo que justifica, al menos en buena parte, el aumento de positivos.
Y en lo concerniente a la agobiante situación por la que atraviesa la asistencia sanitaria, aún teniendo en cuenta que nunca antes se había llegado a estos extremos, justo es apuntar que en la última década nuestro sistema de salud pública tampoco gozaba de una situación satisfactoria, que digamos; llegó a reducirse a un excelente equipo de buenos profesionales, pero mal pagados e insuficientes para cubrir la demanda que había; recordemos las vergonzosas listas de espera y en ciertas ocasiones, pacientes atendidos en los pasillos de los hospitales. Y entonces no había pandemia.