La conselleria de Educación, organismo que la semana pasada ordenó desalojar por completo uno de los tres edificios del colegio público Rico Sapena, instalará, dentro de unos quince días, diez aulas prefabricadas en una de las pistas deportivas del centro para realojar a la mayoría de los 280 alumnos que, de momento, han sido repartidos como ha sido posible en los dos edificios restantes y en tres locales comerciales.
El director del Rico Sapena, José María Cuesta, informaba el martes día 19 que hasta ese momento no se les habían comunicado las razones del desalojo ni hasta cuándo durará esta situación de provisionalidad, puesto que tampoco conocen qué va a pasar con el edificio desalojado, el Doctor Sapena.
Entre las dos soluciones posibles (un arreglo puntual en el inmueble, que data de 1975, o la demolición y construcción de un nuevo edificio), Cuesta y otros docentes consultados por Escaparate se muestran partidarios de que la Generalitat eche abajo toda la edificación y levante un edificio nuevo y moderno, con todas las infraestructuras necesarias. La Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) no sólo pide un nuevo edificio, sino un segundo colegio público.
El director del centro explica que, “mirando 25 años hacia adelante, y ya que hemos tenido que desalojar y estamos todos fuera, queremos un ‘cole’ nuevo, porque es algo que, aunque muy costoso, al final se va a tener que hacer, y éste es el momento ideal”.
Doce aulas desalojadas
Los 280 alumnos que estudian en el edificio Doctor Sapena (todos de Primaria, desde tercero hasta sexto) no fueron a clase durante la tarde del jueves 14 de octubre y durante todo el día 15. Esos dos días, y durante el fin de semana, la Brigada de Obras del Ayuntamiento y varios profesores estuvieron sacando sillas y mesas y trasladándolas a las aulas provisionales, cuatro de las cuales se han improvisado en el edificio de Dirección, cinco en el Tomás Rico (tres de ellas en el comedor, que se limpia varias veces al día) y las tres últimas aulas se han habilitado en sendos locales comerciales situados justo enfrente del colegio.
El desalojo pudo estar motivado por los resultados de un informe técnico realizado el pasado mes de abril.
La Asociación de Padres y Madres pide que los barracones no se ubiquen en una pista deportiva
La Asociación de Padres y Madres de Alumnos (AMPA) ha remitido un escrito al alcalde, José Luis Prats, pidiendo su intercesión para que Conselleria no ubique las aulas prebabricadas (o barracones) en la pista deportiva que se encuentra a la misma altura que el edificio precintado, al menos hasta tener acceso a los informes técnicos que valoren la situación del inmueble.
Los padres no se oponen a los barracones, pero sí piden su ubicación lejos del edificio Doctor Sapena, “para evitar, en un futuro, los trastornos que conlleva una reforma o demolición”.
El presidente de la AMPA, José Miguel Hernández, indicó que la Conselleria cuenta con un solar entre el Instituto de Secundaria y el Rico Sapena, que podría albergar las aulas prefabricadas.
La AMPA se muestra preocupada también por las dimensiones de los barracones, “ya que el tiempo de estancia será de meses, incluso años, y queremos que los niños no se sientan encerrados” en aulas con un volumen insuficiente.
La AMPA ha convocado otro acto de protesta el domingo día 24 en el Polideportivo, a las diez de la mañana, aprovechando la celebración de la Volta a la Foia.
Por su parte, en una reunión celebrada el miércoles, el alcalde mostró su disposición a hacer todo lo que estuviera en su mano por el bienestar y la educación de los alumnos afectados.
Papel decisivo del Ayuntamiento para solucionar el realojo
El director del colegio, José María Cuesta, alabó la rápida intervención del Ayuntamiento a la hora de buscar soluciones ante esta situación y realizar la mudanza de mobiliario a las nuevas e improvisadas aulas.
“Desde el Consistorio se habló con los dueños de los tres locales comerciales para que permitieran instalarse allí a los alumnos, además de que se puso a nuestra disposición a la Brigada de Obras”, explicó Cuesta, quien añadió que, sin la colaboración consistorial, “el realojo no se hubiera podido hacer tan rápidamente”.