Editorial nº 630
Mientras llegaban a la redacción de Escaparate comunicados procedentes de los grupos de la oposición en el Ayuntamiento de Onil, criticando la subida de sueldo del alcalde, José Ramón Francés Blanes, éste ya había tomado la decisión de renunciar a esa subida del 3%, correspondiente al mantenimiento del IPC, que, según nos explicó, es algo que se aplica automáticamente porque así se aprobó en un Pleno hace años.
Más allá de su propio sueldo, y conocedor de la precaria situación municipal, provocada en gran medida por la deuda millonaria de la Generalitat, el primer edil colivenc ha decidido aplicar en su propia casa (consistorial, se entiende) las medidas de austeridad que algunos políticos están proponiendo, entre ellos el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Así, los sueldos de los concejales del equipo de gobierno (todos del Partido Popular) se verán reducidos este año, de modo que supondrán un ahorro de casi 6.000 euros para las arcas colivencas. No es gran cosa, pensarán algunos, pero desde luego, y como dice un dicho valenciano, tota pedra fa paret. Ahora, Blanes ha pasado la pelota al tejado de la oposición, a quien ha sugerido que renuncie a sus retribuciones por asistencias a plenos y comisiones, que, si bien son cantidades ínfimas, també fan paret.
El alcalde de Onil da así una valiosa lección. Y es que el movimiento se demuestra andando.
Menos ejemplarizante fue, cambiando radicalmente de asunto, la actitud de algunos en la pasada Festa dels Geladors de Ibi. Que hubiera gente con bolsas enteras repletas de helados, incluso con cajas sin desprecintar, mientras otros esperaban en la cola con la sensación de estar haciendo el primo, merece una reflexión por parte de los organizadores para que no se vuelva a repetir este tipo de escenas tan lamentables que instauran la ley de la selva cuando algo, lo que sea, es gratis.