Por José Antonio Cózar
Nuestra comarca es conocida y respetada, a nivel nacional e internacional, por su buen hacer industrial y su capacidad de emprender y no rendirse ante la adversidad.
Esos polígonos y esas fábricas de hoy, de las que nos sentimos orgullosos, no han caído del cielo y están aquí por muchas razones, entre la que yo destacaría, el papel de la formación profesional.
En el año 1900, Ibi tenía 3.653 habitantes. La vida no era nada fácil y se vivía muy precariamente de la agricultura. Y un buen día la familia Payá empezó a fabricar juguetes. Ése el inicio de lo que hoy somos.
En el año 1941 se puso en marcha la Escuela de Aprendices de Payá. El año 1957 vio nacer el Taller Escuela de Formación Profesional (en el 1944 ya se impartían clases en el Cervantes y prácticas en Rico y Juguetes y Estuches). Finalmente, en el año 1967, nació la Escuela de Formación Profesional de los Salesianos.
Esas escuelas de formación profesional han formado a miles de alumnos, y de ellas han salido la mayoría de las personas que han puesto en marcha empresas en nuestra comarca. Esas escuelas, y sus profesores, han sido responsables de una parte importante del bienestar que hoy tenemos.
Y nada les fue regalado a nuestros abuelos y padres. De hecho, la Escuela de Formación Profesional (1957), fue construida con aportaciones de trabajadores y empresarios. Y prueba de la magnífica formación que se recibía en la época son los premios nacionales e internaciones, en los concursos de formación profesional, que recibieron alumnos de aquellos años.
Y llegamos a hoy. El presente es incierto para nuestra formación profesional. El año pasado ya estuvimos a punto de perder un ciclo de mecánica y este año vuelve la amenaza, ahora con la posible supresión de un ciclo de plástico.
Pues bien, la comarca, sin una formación profesional como la que hoy se oferta, e incluso mejorada, tiene un futuro muy complicado. Suprimir ciclos se pagará y mucho, de manera negativa, en el desarrollo industrial de las próximas décadas.
Sin formación no hay posibilidad de tener empresas competitivas y, ahora que precisamente llega la formación profesional dual (basada en una participación activa de la empresa en el proceso formativo), es necesario e imprescindible para nuestra comarca contar con una oferta formativa acorde con nuestros sectores de actividad. Y ello pasa por mantener los ciclos formativos que se ofertan en la actualidad y procurar, a medio plazo, incorporar nuevas líneas de formación.
Nuestros abuelos y padres no tenían nada y nos dejaron mucho. Espero que nuestra generación no deje un solar educativo a nuestros hijos.