España y Marruecos tienen el dudoso mérito de compartir una de las fronteras con mayores desigualdades del planeta. Junto a la línea que separa EEUU de México, nuestros límites territoriales no son comparables con ningún otro territorio en el mundo. No hablamos de peligrosidad, sino de desigualdad social y económica entre dos países. Porque lo vivido estos días en Ceuta y en menor medida en Melilla, no se debería de aprovechar para proclamar una invasión militar, ni nada que se le parezca, aunque algunos aprovechen esta coyuntura para enarbolar la bandera patriótica y sacar los fusiles a la calle. Menuda forma de calmar los ánimos y buscar soluciones. Es cierto que el país marroquí, hábilmente, ha sido muy resolutivo a la hora de mostrar su disconformidad con la admisión del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, a España tras haber contraído la covid-19. No hay que olvidar que este personaje tiene abiertas varias causas judiciales relacionadas con violaciones y vulneración de derechos humanos y es enemigo público número uno del país africano. La decisión tomada por el gobierno de Sánchez de emprender esta acción humanitaria y ocultarla no ha sido lo más inteligente y Marruecos se lo ha hecho saber de forma rápida tan pronto ha conocido la noticia. El rey Hassan solo ha tenido que abrir la puerta de entrada para crear un verdadero problema en las ciudades autónomas. Un desencuentro que nace del conflicto territorial por el Sahara Occidental y del que España ni está ni se le espera.
Y con todo este ruido de fondo nos encontramos a miles de migrantes marroquíes, muchos de ellos menores de edad, cruzando la frontera aprovechando la permisividad de la policía magrebí dentro de la estrategia de desestabilizar al gobierno de coalición y convirtiendo este éxodo en un arma eficaz para demostrar de lo que es capaz de hacer si nuestro país se le ocurre alguna vez aliarse con los postulados saharauis de independencia. Un difícil papeleta de complicada solución con muchas aristas y de estrategias geopolíticas de alto voltaje. Marruecos hoy por hoy es el país africano con mayor arsenal militar gracias a la venta de armas por parte de Estados Unidos, que a su vez da apoyo a la causa marroquí para anexionarse los territorios saharauis. Un verdadero rompecabezas donde también aparece el estado de Israel, reconocido y amparado oficialmente por la dictadura de Mohamed VI.