Casi ha llegado la hora H y el día D, de ir a votar. Que no falte nadie, que se reparte ilusión. No me vengan con la pose del “yo paso de política”, “son todos iguales”, “no va a cambiar nada”... Por eso nos va como nos va.
Quedarse en casa y renunciar al derecho sólo ayuda a los conservadores, en el sentido de aquellos que todo se mantenga así: para que sigamos todos dándonos codazos en la carrera para ganar más y llevarnos el dinero a los paraísos fiscales, consumiendo como alumnos aplicados del capitalismo en los centros comerciales, pagando hipotecas sobredimensionadas, acoquinando un segundo alquiler con la gasolina a precios abusivos...
Que no, que no, que ahora lo que se decide es el alcalde y el Honorable de la Generalitat, la macroeconomía es cosa del malo de ZP. Ah, bueno, entonces vamos a descender a esas otras cuestiones que dependen de Valencia, para empezar. El vuelo de la gaviota del Partido Popular y su candidato de los trajes, nuestro amiguito del alma, seguro que pronto se apuntará a la idea genial que ya ha sacado de la chistera su compañero murciano, Valcárcel, del “copago sanitario”. Otro columnista explicaba el otro día en el periódico Público que eso se debería llamar “repago” y no copago, porque primero pagamos con los impuestos, y luego para ir al médico.
Una fórmula liberal que está inventada en otros países europeos. El caso es luego llevarse la pasta a los hospitales y clínicas privadas con esos “conciertos” que llaman ellos. Menuda música.
¿Y las escuelas infantiles? También son caso de la Generalitat, pero claro, mejor está que hagan negociete las empresas privadas.
No me creían, verdad, pues parece que las elecciones autonómicas también tocan el sueldo, todo no es culpa de ZP.
Y en los ayuntamientos, pues miren ustedes las promesas de obras, asilos, parques, autobuses baratos o gratuitos, pelotazos urbanísticos, servicios sociales... seguro que no ofrecen lo mismo el PSOE, PP, Izquierda Unida o el resto. Así que acudan al mercadillo y compren lo que más les convenga, sin prejuicios ideológicos, pero llenen la cesta, que hasta dentro de cuatro años se cierra la paraeta.
Para saber si se fían del pescado que les intentan colar, hagan memoria de la legislatura que ahora se acaba, con un repasillo rápido de que ha hecho cada partido. Como casi siempre, los que han gobernado suelen ser los menos cumplidores.