Escaparate abría su portada del número 845 con la noticia de la próxima habilitación de una zona de esparcimiento canino en Ibi, a modo de prueba piloto, con la intención de ampliar esta iniciativa a todos los barrios de la villa en caso de tener éxito. Éste es un tema delicado y merece la pena reconocer la valentía del Ayuntamiento a la hora de abordarlo y no dejarlo aparcado sine die.
Que cada vez hay más vecinos con mascotas, sobre todo perros, es una realidad tan indiscutible como que estos animales tienen unas necesidades que obligan a sus dueños a sacarlos a la calle, o a los parques y jardines, para que se desahoguen, corran, jueguen y hagan todo tipo de aguas (tanto mayores como menores).
Son seres irracionales que dan rienda suelta a su naturaleza sin complicarse más la vida; sin embargo, sus dueños, que en teoría sí son racionales, deben asumir que no pueden dejar in situ las deposiciones de sus perros, sino que lo lógico y normal es recogerlas con una bolsita, cerrarla bien y echarla a la papelera. En el caso de los pipís, se debería echar agua para evitar manchas y corrosiones en farolas, señales y aceras, para lo cual habría que ir con una botellita siempre encima, lo cual reconocemos que es incómodo, complicado y prácticamente inviable. Con cumplir sólo con lo primero (recoger las heces), el malestar ocasionado en el vecindario por este motivo disminuiría considerablemente.
Pero, lamentablemente, aún son legión los dueños irresponsables, incívicos e irrespetuosos, de semblante avinagrado y peores pulgas que sus amigos peludos, que no cumplen con su parte y propician que, en este asunto, paguen justos por pecadores.
Que Ibi vaya a tener pronto un parque para perros no quiere decir que allí dentro tenga que reinar la ley de la selva, porque en ese caso la iniciativa fracasaría, por culpa, de nuevo, de esos dueños indignos de serlo, maleducados y soberbios, con la vergüenza justa para ir tirando.
No dejemos que algo tan interesante y necesario caiga en saco roto. Y, si a buenas no se pueden hacer las cosas, habría que recurrir, sin contemplaciones, a poner en marcha una severa campaña sancionadora que les quitara las ganas a esta panda de indeseables de seguir ensuciando nuestras ciudades. A grandes males, grandes remedios; en todos los sentidos de la expresión.
Claro,sólo bastaría que se recogieran las deposiciones sólidas: pues no.pregunten a los jardineros si les hace gracia trabajar pestilentes jardines, a barrenderos, viandantes o vecinos que encuentran trancos, portales, bancos,farolas,juegos infantiles,esquinas,aceras en ese estado...y cómo educar a tu hijo diciéndole: anda hijo, tira eso en la papelera Y tu hijo te responde : PAAAPA, ESO HUELE A MIERDA. Paradoja 1: cada uno su mierda se coma. Paradoja 2: cada uno su mierda recoja