Ahora parece que va en serio, aunque estos elementos (por llamarlos de alguna manera) nunca han bromeado: ETA deja las armas. A ver si es verdad. La primera consecuencia de esta enorme noticia está claro que será un ataque de histeria en las filas del Partido Popular.
Su discurso inmediato lo podemos anticipar sin dificultad. Más o menos será como sigue, con estas palabras u otras de significado similar: “el Gobierno ha negociado ilegítimamente, es un fraude a la democracia, la tregua es otra trampa, ¿qué pasa ahora con las víctimas?, no pueden perdonar, ¿cuáles serán las compensaciones que se han concedido a los terroristas?”
La sola idea de que el fin del terrorismo pueda dar una remota posibilidad al PSOE de salvarse de la debacle electoral y retener el poder les revuelve hasta los tuétanos a los mal llamados ‘populares’. Prefieren que estos gudaris salvapatrias vascas sigan fabricando muerte.
Si por algo merece morder el polvo la ‘cuadrilla ZP’ es por doblar las rodillas ante los “mercados”, en cristiano, por ponerse a las órdenes del capitán alemán de la nave pirata en que se ha convertido la Unión Europea. La paradoja la tenemos en que estas recetas tan liberales y antisocialistas como retrasar la jubilación, abaratar el despido y (esto vendrá luego) hacernos pagar por ir al médico, llevar a nuestros hijos al colegio, tener televisión en casa... las aplicará todavía más deprisa Rajoy, previsiblemente con apoyo de los votos de la mayoría, según las encuestas.
Españoles, no queréis más caldo de ZP y pediréis en las urnas tres tazas más con Rajoy.
¿Todos los políticos son iguales, entonces? No, para nada. Pero si nos resignamos al bipartidismo, el poder económico siempre estará bien imbricado en los resortes de los dos equipos, y nunca se quedará fuera de juego en ninguna de las dos quinielas. Gane quien gane, la receta se parecerá mucho y nos la comeremos resignados a que no hay más sabores posibles. A mí me dan ganas de vomitar.