por J. Miguel García
Ni los raelianos, que esperan ser rescatados de nuestra mortecina Tierra por seres extraterrestres, ni los cienciologos esos que no sé qué estupideces predican, ni los hare krisna que van de naranja, ni los adventistas del séptimo cielo, que esperan a que vuelva Jesucristo para crucificarlo otra vez, ni los adoradores de Belcebú y todas esas logias satánicas, que tienen al Maligno como referente en todas sus mierdas, ni la iglesia divina, ni la mano negra, ni los saoistas, ni el Opus Dei, ni las peñas de fútbol, etcétera... Ninguna de todas esas sectas es tan sectaria como lo son nuestros amados partidos políticos.
No hay más que asistir a alguno de sus mítines. Las masas enfervorizadas adorando a su líder e insultando y menospreciando a todos los del otro partido. Gritando y jaleando cualquier consigna que se diga desde el escenario: «... porque ellos lo hacen todo mal y nosotros... ¡NOSOTROS BIEN!»; y ahí toda la masa gritando y creyéndose toda esa sarta de estupideces que no es más que palabrería barata para vender humo.
Y si entras en algún partido porque te interesa trabajar por tu pueblo desde la política, lo primero que tienes que hacer es acatar todas sus normas, adorar a su líder sobre todas las cosas y nunca poner en duda su doctrina.
Una vez dentro, tu único objetivo será sabotear al otro partido hasta el aburrimiento, ensalzar cualquier estupidez que haga el tuyo (poniendo la mano en el fuego por sus líderes siempre que haga falta) y, por supuesto, no aportar nada que pueda recabar en beneficio de la comunidad mientras no sea tu amado partido el que esté en el poder.
Son sectas peligrosas porque, cuando ya te han captado y lavado el cerebro convenientemente, te hacen creer que todo el mundo está contra ti, y que sólo bajo su regazo el mundo tendrá futuro. Con los otros todo será caos, y la nación perecerá. Te vuelven un sicópata paranóico que ve tramas en todas partes y donde no las ve las promueve para alimentar su paranoia, y así hasta la demencia.
Por eso son sectas y por eso son peligrosas, porque no fomentan más que el odio, la inquina y la mala baba, en vez de, como sería su cometido, trabajar en conjunto con las otras formaciones políticas y ciudadanas para, entre todos, hacer una gestión lo más óptima posible de los recursos que genera la comunidad con su trabajo.
Son sectas perniciosas que, con su insano proceder (enriqueciéndose sus líderes y amiguetes con el dinero de la comuniad), nos han llevado a la ruina.
Y encima, pese a ser sectas, ni hacen sacrificios, ni visten raro ni se suicidan en masa, ni nada de eso..., que es lo más gracioso que tienen las otras sectas.
En fin, que son lo peor... junto a la banca.