Lo que está ocurriendo con Mayte Parra y su empecinamiento en no soltar la poltrona ni con pan caliente recuerda a aquel viejo chiste donde un conductor va por la autopista en sentido contrario mientras maldice al resto de vehículos porque cree que son ellos los que no circulan correctamente. Esto, aplicado a la política local, pierde toda la gracia.
Hasta su mentor Francisco Camps, aquel que le guiñó un ojo a Dios cuando un jurado popular le declaró no culpable, supo lo que había que hacer para no suponer un lastre para su partido. Y lo hizo. Así pudo pavonearse el doble cuando se fue de rositas, sí, pero lo hizo. Al igual que ciertos animales intuyen el momento de su muerte y preparan el terreno para que este trance sea menos traumático, algunos políticos deberían saber cuándo ha llegado su momento.
Dijo Napoleón que una retirada a tiempo es una victoria, pero pocos se aplican esta frase y prefieren salir por la puerta de atrás antes que dejar su cargo con la cabeza bien alta. Que sí, que nadie duda de que Mayte Parra ha hecho mucho por Ibi, ha traído muchas inversiones y el resto de la retahíla en la que suele escudarse cada vez que sube a Radio Ibi a hacer sus monólogos.
Hasta el Centro de Día ha abierto ya esta semana y, fíjense cómo estará el patio, que lo hemos sabido por una nota de prensa. Después de varias inauguraciones en falso, llega la buena y casi ni nos enteramos, entre otras cosas porque nadie de la Generalitat ha querido arriesgarse a venir a Ibi para que alguien le pregunte por su opinión respecto al escandalazo de las supuestas cuentas en Suiza, la dimisión de Agüera y la alcaldesa perenne.
En Valencia pasan de puntillas pero la paciencia tiene un límite. La última ha sido votar en un Pleno municipal una cosa diferente a la que ha votado su partido. Ella sabrá por qué (que lo sabe). Los que queremos saberlo somos todos los vecinos de esta localidad que, lamentablemente, ha dejado de ser conocida por sus juguetes.