En el Instituto de Secundaria de Castalla tienen liada una gorda; tanto que para este viernes por la mañana hay convocada una concentración donde padres, alumnos y profesores protestarán contra una ‘curiosa’ situación que, de momento, ya ha dejado sin clases, sin comerlo ni beberlo, a cerca de 400 alumnos, muchos de ellos a las puertas de la Selectividad y con el temario por acabar o con materias por pulir. A estas alturas, casi un día y medio sin clase no hace tanta gracia como al principio de curso, pero la verdad es que algo había que hacer.
Veamos. Según cuenta el director del Instituto, Juan Antonio Olmedo, en el centro hay un alumno muy problemático, cuya ausencia de modales y repentinos cambios de humor siembran el malestar entre algunos profesores y alumnos y socavan la armonía y feliz convivencia en las clases y pasillos. “Amenazas, coacciones y agresiones verbales y físicas”, según el manifiesto hecho público por los profesores, han provocado que este alumno sea expulsado del Instituto. Pero, y aquí empiezan los problemas, el chico sigue asistiendo cada mañana e insistiendo en sus actitudes, sin que no se pueda hacer nada por evitarlo. Al parecer, hay un vacío legal que permite que esta delirante situación se esté produciendo.
Y por eso se protesta: por la indefensión, por la impotencia, por no saber qué hacer o no poder hacerlo... De acuerdo en que es sólo un alumno, una manzana podrida en una cesta de cientos; de acuerdo en que no tendrían que pagar justos por pecadores, y menos cerca del final de curso; de acuerdo en que se podrían haber buscado otras soluciones antes de ésta. Pero la paciencia tiene un límite, y la solución pasa por que quien corresponda tome cartas en el asunto o que, motu propio, el chaval en cuestión, o su entorno familiar, acaten las normas y actúen en consecuencia.