De todos es sabido que la mejor forma de manipular, adoctrinar e instaurar el pensamiento único es a través de la educación. Por eso, cada partido que ha conseguido la mayoría suficiente en este país lo primero que ha hecho ha sido meterle mano a las leyes educativas y a los planes de estudios.
Primero meten la cabeza en la política y luego meten la pata en la educación, a pesar de que el objetivo es siempre el mismo, y nuestros gobernantes lo tienen clarísimo: como yo pienso así, voy a hacer todo lo posible para que tú pienses lo mismo que yo. Además, qué narices, las urnas me han legitimado para ello, así que chitón.
Es mucho mejor gobernar para una masa dócil y aborregada que para una sociedad librepensante, donde cada uno tiene su propio criterio y a las primeras de cambio te montan una huelga. Así que, sin cortarse ni un pelo, llegan ahora los que mandan y se ponen a deshacer lo que hicieron los que mandaban antes, faltaría más, que se note que han llegado.
Si la asignatura de Educación para la Ciudadanía enseñaba a ser buenos ciudadanos, a conocer y respetar la diversidad social, racial y sexual y, básicamente, a saber vivir dentro de un orden (marcado por la Constitución), a partir del año que viene los estudiantes tendrán otra cosa, con otro nombre, pero enfocada a conseguir los mismos resultados... ¿O no? Hasta que no veamos esos libros que se avecinan no podremos opinar, pero escuchando a ciertos políticos y tertulianos de la cuerda popular, dan ganas de echarse a temblar.
Luego está el cambio de cursos, el despiporre generalizado y los recortes, no sólo en educación, sino también en sanidad (justamente donde nunca deberían haberse hecho)... En definitiva, una miserable cortina de humo para esconder un problema, el del escandaloso paro, al que no tienen ni idea de cómo hincarle el diente. Ese sí que es un buen Miura.
Dejen de marear y salten al ruedo ya de una vez.