Por J.J. Fernández Cano
La afloración de nuevos partidos a nuestro mapa político nos había hecho concebir esperanzas a muchos ciudadanos de que el bipartidismo tenía los días contados, pero está comprobado que las grandes metas no se alcanzan sin esfuerzo: abrir una brecha en el blindaje de dos partidos que llevan gobernándonos más de tres décadas, no es llegar y besar al santo. Son muchos años, muchas legislaturas, demasiado tiempo repartiéndose el pastel de la gobernabilidad de nuestro país como buenos hermanos, sin tener a nadie que les hiciera sombra. Demasiado endiosamiento adquirido para quedarse a un lado y dejar paso a nuevas gentes, con las mentes abiertas a nuevas for- mas de gobierno, una regeneración que millones de españoles pedimos sin gritos, pero con contundencia.
Tanto el PP como la vieja guardia del PSOE no quieren ni hablar de cambio, ellos no necesitan que cambie nada, cualquier alteración que se efectúe con el fin de mejorar la situación de las clases más desfavorecidas puede acarrear una pérdida de privilegios para ellos. No necesitan hacer el bien al pueblo llano para ganar la Gloria en el Cielo, puesto que dicho paraíso ya lo tienen aquí en la Tierra.
Se les ven las patitas por la raja de la puerta a los bipartidistas ‘de toda la vida’, se les enciende el pelo a los llamados barones del PSOE cuando alguien, como su propio secretario general, Pedro Sánchez, parece empeñado en regenerar el partido y devolver el prestigio al antiguo socialismo de Julián Besteiro y Enrique Tierno Galván; posiblemente, los últimos bastiones de aquel socialismo de los cien años de honradez.
¿Dejarán los barones del felipismo que Sánchez intente, al menos, esa renovación? No ha de resultar fácil si acepta una coalición con Podemos, partido éste considerado por los bipartidistas como el quinto jinete del Apocalipsis.
Tanto PP como PSOE deberían tomarse las cosas con más sosiego e ir facilitando el paso a nuevas generaciones (de izquierdas o de derechas) para que intenten, al menos, darle un lavado a fondo a esta España nuestra que se nos pudre por días, por horas: (los bochornosos escándalos de la Comunidad Valenciana colman todo lo soportable).
Los barones y baronesas de ambos partidos deberían refle- xionar y hacer un balance de su función a lo largo y ancho de sus más de 30 años de mandato alterno, y a veces compartido, para sentirse orgullosos de lo que crean haber hecho bueno y, avergonzarse de sus muchos y graves desatinos que, últimamente, el PP ha elevado a una situación insostenible.