Aprovechando la cercanía de la festividad de San Antonio Abad, San Antón o Sant Antoni del Porquet, que de estas tres formas se conoce al santo patrón de los animales, retomaremos una de esas polémicas cíclicas que de vez en cuando saltan a la palestra y al cabo de unos días o semanas vuelven a caer en el olvido sin que se haya solucionado nada al respecto.
Nos referimos al problema de las cacas de los perros en nuestras calles, plazas, aceras y jardines, que no sólo afean nuestras ciudades sino que suponen un atentado de primer orden contra la higiene pública y un potencial foco de infecciones.
Ahora que se ha puesto de moda eso de delatar al prójimo, pues hasta desde el Gobierno de España nos animan a ello a propósito de la Ley Antitabaco, no estaría de más que entre todos echásemos una mano a las autoridades y las pusiéramos sobre la pista de esos incívicos dueños de perros que no sólo no recogen las deposiciones de sus animales, sino que ese gesto ni siquiera se les pasa por la cabeza.
Además, si algún vecino les llama la atención, con toda la razón del mundo, suelen contestar de mala manera y con la cabeza bien alta, como si su cerdada fuera un ejemplo a seguir. Tal vez en un estercolero lo sea, pero aquí, en nuestros barrios y ciudades, no queremos a este tipo de gente tan irrespetuosa y maleducada.
Por ello no hay que permanecer indiferentes ante estas actitudes chulescas de algunos, que además atentan contra la limpieza de nuestras calles y la salud de nuestros hijos. Ante la reiteración de esta conducta y la negación a recoger las caquitas, que para ello hay bolsitas o lugares específicos para que los perros hagan sus necesidades, la postura correcta es la delación, con fotos, vídeos o lo que sea menester.
Todos ganaremos si al final conseguimos que estos marranos se rasquen el bolsillo.