Por Mª José Herrero, primera Teniente de Alcalde delegada del área de Inclusión Social, Igualdad y Régimen Interior
El pasado lunes fue 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, otro de tantos que estamos deseando que desaparezca del calendario y que, poco a poco, iremos consiguiendo.
Este año ha sido diferente, pero no por ello menos conmemorado. La situación sanitaria marca la agenda de nuestras vidas en todos los ámbitos, incluido el personal y social, lo que implica que las formas cambian, pero no el fondo de la cuestión. Todos los días del año han de ser de reivindicación y lucha por los derechos de la mujer (también ayer, hoy, mañana...), pero especialmente el 8 de marzo nuestras voces se alzan más fuerte en la lucha por una igualdad real entre hombres y mujeres. Celebramos los derechos conseguidos gracias a quienes antes que nosotras lo han ido haciendo, pero también seguimos insistiendo en la necesidad de eliminar todas las desigualdades que siguen vigentes en muchos ámbitos de la sociedad, alrededor de todo el mundo. La manera de conseguirlo pasa por aplicar de manera transversal la aplicación de todos los derechos inherentes a hombres y mujeres: el derecho a un trabajo justo y bien remunerado, el derecho a la educación, a la sanidad y a una vida digna, siempre en condiciones de igualdad de género.
La pandemia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de muchos colectivos, entre ellos el de las mujeres, por su papel tradicional de cuidadoras y empleadas en trabajos no reconocidos, mal remuneradas y poco protegidas, que la situación sanitaria se ha encargado de poner de manifiesto y empeorar más si cabe. Por todas hemos de seguir peleando desde nuestra posición privilegiada de cercanía a la ciudadanía, contando con esa accesibilidad que podemos ofrecer y poniendo a su disposición políticas de igualdad que garanticen, desde la base de la coeducación, una sociedad más justa, respetuosa e igualitaria.
Me gustaría hacer una mención especial a todas las personas, especialmente mujeres, por el trabajo desarrollado durante esta época tan convulsa e incierta que nos está tocando vivir. También a las entidades y asociaciones que están procurando el bienestar de las personas más vulnerables. En el caso concreto de las mujeres, a la asociación Mariana Pineda por su constancia y trabajo en la defensa de sus derechos y la denuncia de las injusticias cometidas.
Queda mucho por hacer, por descontado, pero también hemos de celebrar todo lo ganado, las conquistas que día a día vamos consiguiendo. Y hemos de mantener la convicción, el ánimo y la fuerza para dejar a las generaciones venideras un mundo sin 8M en el que los derechos y deberes no distingan de género.