Alguien se puede preguntar porqué no estalla una revuelta social en España con la cantidad de parados que dicen las estadísticas gubernamentales que hay. Está claro que hay una gran cantidad de trabajo encubierto que no cotiza a la Seguridad Social por acuerdos inconfesables entre trabajador y empleador. Pero éste es un trabajo sin seguridades, sin futuro e inconstante. Puedes cobrar menos o, incluso, no cobrar y no le puedes reclamar a nadie ni puedes cotizar prestaciones sociales o jubilación para el día de mañana.
Ante esta situación, con parejas jóvenes o maduras que se han quedado sin dinero para pagar la hipoteca o la guardería de los niños, los que acuden a la llamada como el 7º de Caballería son los abuelos que cobran la jubilación y que ya pensaban que sus problemas se iban a acabar con la "pagueta segura" y veinte años de vida útil para disfrutarla. Pues no; sus padres les hicieron trabajar desde niños, siguieron trabajando a lo largo de toda su vida laboral y; en su vejez, tienen que compartir sus pensiones con unos hijos mas o menos manirrotos o mas o menos desafortunados. No los pueden dejar tirados ni a ellos ni a sus nietos. O sea que, de descansar, nada. Fueron la última generación de hijos obedientes y la primera a la que sus hijos no obedecieron. Enfermeros, nannys, proveedores de comida o de capital viven el ocaso de su vida angustiados por sus propias necesidades fisiológicas y por las de sus hijos a los que ven sin casa, sin trabajo, sin comida y sin esperanza.
Ya levantaron una vez España con su trabajo y ven que ahora no les quedan ni fuerza ni tiempo para poderlo hacer otra vez; esta vez por sus hijos y por sus nietos. Para que estos no pierdan la sonrisa como la perdieron ellos cuando, de niños, tuvieron que trabajar a la intemperie su infancia y perdieron la sonrisa en un valle donde decían que se fabricaban juguetes.
P.D.: este artículo me lo inspiró un jubilado que iba al Carrefour a comprar comida para sus hijos con su paga porque allí le descontaban el IVA, con miedo a conducir en un sitio tan tumulltuoso y lleno de coches como son los accesos a un centro comercial. Pero este artículo no va dirigido solo a él sino a todos los padres que dieron la vida a sus hijos y ahora están dando lo que les queda de vida por ellos.