En cierto momento de nuestras vidas, las notas provocaron nuestra sincera amistad, cuyos recuerdos vienen ahora a mi mente… ahora que has terminado tu peregrinar por este mundo tan bello, pero muy revuelto por causas nada agradables entre personas.
Hoy, lunes, 4 de julio del 2011, a las 10 de la mañana cuando he ido a la fábrica, me he enterado de que te habías ido.
Pepet, tu sabes que nuestra amistad era muy grande y muy sincera, por ello, la noticia ha causado en mi un profundo dolor y más al no poder acompañarte en tu último pasacalle.
Tú que eras un hombre de bien y alegre, causaste en mí un profundo aprecio, y también gracias a la música que nos unía más y más en nuestras actuaciones y conversaciones. Últimamente nos veíamos de largo en largo, quizá desde que deje de tocar en la Banda de música, pero yo sí te oía tocar la flauta cuando lo hacías en la academia y algunas mañanas cuando pasaba por debajo de la ventana, al oírte me decía: “Escucha a Pepet como estudia La Arlesienne” y me alegraba oírte tocar.
Vienen a mi mente muchos recuerdos que demuestran tu gran afición por la música. Cuando te enterabas en donde iban a dar “dos notas”, allí estabas tú dispuesto a escuchar, prueba de ello es esta foto para el recuerdo del año 1974, detrás del Teatro Principal de Alicante. Tú sabías que se celebraba el Certamen de Bandas, y allí estabas tú. Yo actuaba con la Banda Unión Musical de Alcoy.
Otro recuerdo es de cuando me invitaste a ver el Auditorio de Pinoso, tu pueblo, fuimos con las esposas Paquita y Juanita, que día tan inolvidable ¡eh Pepe! Qué arroz comimos y que vino tinto tienes en tu pueblo…
Pero cuando me mostraste el Auditorio y la Academia, fue demasiado para mí, la emoción de ver aquello me hizo saltar las lágrimas y a ti también.
¡Pepet, dice la Biblia que en la Gloria hay músicos y cantores que alaban al Señor! Sé que tú estarás allí, te apuntarás al igual que lo hiciste con la Banda de Música de Ibi, cuando aquí llegaste.
Sin ti estamos sin un gran músico, sin un buen instrumentista con la tuba, y sobre todo, sin un buen hombre.
Adiós Pepet.