Ya decíamos la semana pasada que el talante que se ha instaurado en el Ayuntamiento de Castalla, y que en principio es de esperar que se mantenga, al menos, a lo largo de esta legislatura, es diametralmente opuesto al que se ha respirado en los últimos 24 años, cuando los gobiernos del Partido Popular han hecho y deshecho a su antojo y en ocasiones con más miramientos por el interés particular que por el bienestar general.
No dudamos de que el PP ha hecho cosas buenas por Castalla, y no pocas, pero sin duda los astronómicos sueldos durante la era Prats han supuesto el desmembramiento y declive del partido a nivel local, con el consiguiente varapalo electoral y la pérdida de la hegemonía municipal.
Este asunto era tan sangrante que ha sido el primero del que se ha ocupado la actual Corporación, formada por una entente cordiale entre el PSOE, el Bloc y los independientes. De 4.600 euros al mes que cobraba José Luis Prats (con catorce pagas al año) se ha pasado a unos más que razonables 2.000 euros brutos, que es lo que percibirá la alcaldesa, Maite Gimeno.
Asimismo, los dos concejales con dedicación exclusiva no percibirán 2.600 euros al mes, como hasta ahora, sino 1.600 euros, que tampoco está nada mal. Y los concejales no liberados, pero con delegación a su cargo, cobrarán 700 euros al mes por trabajar ocho horas semanales, 240 euros más que durante la pasada legislatura (a unos 20 euros la hora; pero que nada mal). Con este reajuste, justo y necesario, se ahorrarán unos 50.000 euros al año, que hasta hace poco iban directamente a los bolsillos de unos pocos.
Desde luego, es un gran comienzo, que se ve aliñado con la decisión de celebrar los Plenos a las ocho de la tarde, para que quienes lo deseen puedan asistir, además de su emisión en directo por Movitel. Muy bien.