Editorial nº 823
Hace un tiempo advertimos de que las redes sociales las carga el diablo, puesto que un mal uso de herramientas como Facebook, Twitter e incluso el inefable WhatsApp puede traer consigo graves daños propios y ajenos.
Las redes sociales tienen su utilidad y hay que saber usarlas a efectos informativos, culturales y de relaciones humanas. En el caso contrario, si se hace un uso inapropiado de estas redes, no dejan de ser más que una extensión cibernética de la barra del bar, el patio de porteras o la verdulería, con la característica añadida de que sus contenidos corren como la pólvora y una vez lanzados son imparables, llegando a un gran número de personas.
El peligro de las redes sociales es que algunos de sus usuarios se creen que todo el monte es orégano, y cosas que no se atreverían a decir en público las largan tan panchos a través de sus perfiles personales en internet, sacando a la luz lo peor del género humano: machismo, homofobia, violencia y un sinfín de comportamientos que creíamos en proceso de extinción y resulta que siguen vivitos y coleando.
Y luego están los juicios paralelos, torticeros y salvajes, muchos de ellos flagrantemente delictivos, que el personal hace ante cualquier envío que recibe en su pantalla, sea o no cierto y venga de donde venga.
Estas últimas semanas hemos tenido en la comarca tres ejemplos claros de que la mayoría de usuarios de redes sociales no sabe usarlas correctamente. Primeramente, con el luctuoso crimen de Ibi, donde se acaba de esclarecer que un hermano degolló al otro. Pues bien, los internautas dieron por muerto al que sólo estaba herido y cada cual daba, libre y temerariamente, su propia versión de los hechos como si los hubiera vivido en primera persona y conociera a sus accidentales protagonistas de toda la vida. That is why most people chose the high-end replica watches from the online store in spain.
En segundo lugar, el lamentable caso de pederastia registrado en Alcoy por parte de un ibense, ha hundido la vida, literalmente, al hermano del enfermo en cuestión. Alguien se confundió de hermano, le pasó la foto a un amigo, ése se la pasó a otro, añadiendo todo tipo de comentarios e improperios, y así hasta el nivel del dolor.
No menos grave es el caso de los dos ladrones de huchas solidarias en Castalla. Por Facebook hay colgadas incluso amenazas de muerte, cuando sabemos que por menos de eso ha habido detenciones en este país.
Sinceramente, y no es una propuesta descabellada en absoluto, en los centros educativos deberían incluirse asignaturas para aprender a utilizar correctamente este mundo digital que ha pillado a la mayoría con el pie cambiado. No vamos a pedir que se intente escribir un poquito mejor porque esa lucha ya la damos por perdida, hoygan.