Por J. J. Fernández Cano
Nos hemos comido, o nos han hecho comer, más de cien días de desencuentros, amagos de algún posible acuerdo, desplantes y poses de comedia de barrio (me refiero a nuestros candidatos para la Presidencia del Gobierno) que nos hicieron concebir ciertas esperanzas de que la comedia del ya más que manido bipartidismo tocaba a su fin. El indignado grito de las calles y plazas del 15-M protagonizado por jóvenes y mayores nos hizo abrigar la ilusión de que al fin, España despertaba de su dilatado letargo con una revolución social y pacífica, que abría la posibilidad de una regeneración que nuestro país necesitaba con la misma urgencia que un náufrago un tablón. Estos movimientos sociales dieron como fruto un partido político vigoroso, la prueba está en que en un tiempo récord se plantó entre los primeros en los sondeos que se hacían sobre la intención de voto, de cara a las Elecciones Generales.
Qué pena que todo esté quedando en agua de borrajas. El partido con trazas de cambio del PSOE, con el candidato Pedro Sánchez a la cabeza, se enfrenta a un muro infranqueable con los veteranos felipistas, que no se resignan a perder lo que consideran sus derechos adquiridos, al tiempo que tiene que batallar con Podemos, IU-UP, que no aflojan en su izquierdismo y no quieren tratos con Ciudadanos por considerarlos de derechas. Esto se ha convertido en un autentico galimatías en el que cada cual se empeña en llevar las cabras a su corral. Ya no hay quien se trague aquello de que nuestros políticos se están devanando los sesos por el bienestar de nuestro país.
El grueso de la ciudadanía está cansado, desilusionado, asqueado de tanta comedia, no hay más que salir a la calle y hablar con la gente. Unos dicen, ante la perspectiva de repetición de elecciones, que no cambiarán su voto con respecto a las elecciones pasadas, otros que sí lo cambiarán, algunos que votarán en blanco, y los más, que no se acercarán a las urnas ni aunque se les vaya la cabeza, que ya están hasta el gorro de que les tomen el pelo, de este nini nana o camino que no lleva a ninguna parte, si acaso, al aparatoso fracaso de nuestros partidos políticos, que se nos muestran más partidos y rotos que nunca.
Y entre tanto, los escándalos por corrupción no dejan un respiro, cada día nos desayunamos con alguno, o algunos nuevos, de forma que hay más escándalos que días, nuestra capacidad de asombro llegará a saturarse, igual que los juzgados que han de darles salida a estos bochornosos asuntos; las altas esferas del partido hasta ahora en el Gobierno lo tiene todo muy bien estudiado: al tener bajo su dominio el poder económico, legislativo, y judicial, tienen todos los ases en la manga, de forma y modo que la Justicia cargue su fuerza sobre los más débiles y las obligaciones fiscales también.