Ara fa trenta anys, s’inauguraba el “Museu Valencià del Joguet”. Ibi no debía de estar más tiempo sin su museo, siendo este la expresión y el testimonio de la mayor aventura de nuestro pueblo, desde que Ibi se constituyera como municipio, cuando Payá, en 1905, industrializara este emblemático producto, el juguete, identificándonos a todos los niveles, después de ese fenómeno histórico secuencial: “la neu, els geladors, els llanders i els jogueters”.
Al juguete debemos la moderna industrialización del municipio, trayendo la mayor transformación económica, demográfica y tecnológica de nuestra historia, situándonos en primera línea industrial, en el concierto nacional e internacional, produciendo una notable transferencia de tecnología que nos prepararía para afrontar, en el pasado reciente, nuevos y novedosos retos y proyectos industriales.
A Payá le seguirían Rico y Jyesa, entre otras, inicialmente, apareciendo entre los años 50 y 80, la segunda generación, alrededor de cincuenta fábricas de juguetes y auxiliares de las mismas, provocando un aumento exponencial de la población, multiplicándose por cinco en treinta años. Este periodo - con sus luces y sus sombras - fue el de mayor esplendor de la industria juguetera, originando un “enriquecedor mestizaje”, alumbrando una nueva sociedad que participaría, activa y decisivamente, en este gran proyecto colectivo, de un Ibi más abierto, integrador, moderno y europeo.
Han pasado cinco generaciones desde que se fabricará la primera tartana, y con total seguridad, todo ibense, viendo esos magníficos objetos en el museo, sea, o descienda de trabajadores o de empresarios, se verá allí necesariamente representado. El Museo del Juguete constituye la expresión más genuina de nuestra centenaria cultura industrial. A todos ellos, desde aquí, nuestro sincero reconocimiento.
Como todo aniversario, obviamente, nos retrotrae a sus orígenes, a principios de los 80, coincidiendo con la mayor y más letal crisis del sector juguetero. Momento difícil, pero la ilusión y el convencimiento por legar a las siguientes generaciones tan preciado testimonio, fue todo un catalizador. Concibiéndose el proyecto alrededor de dos realidades universales insustituibles, la exclusiva, en su género, “Colección Payá” y la mítica “Fabrica Payá”, la única que quedaba en pie en toda Europa, después de dos guerras, y ambas acompañadas de instituciones solventes.
Dada la fragilidad económica de Paya, el Ministerio de Cultura declaró inembargable e inexportable la colección Payá, vista la presión que gravitaba sobre tan valioso patrimonio. Cerrando, lamentablemente, Paya Hermanos SA en abril de 1984, encontrándose la fábrica en poder de la CAM y pasando la maquinaria, la matriceria y la colección a manos de los trabajadores, que se constituirían en “Payá SCVL”, reeditando, exitosamente, los “históricos de Payá”.
Aclarada la titularidad de tan importante y determinante patrimonio, intensificamos los contactos con la Generalitat, Payá Cooperativa y la CAM, para que el museo fuera una realidad - poseyendo los mejores mimbres para ello - teniendo lugar en Valencia, el 16 de febrero de 1987, la constitución de la “Fundació del Museu Valencià del Joguet”, formada por las tres instituciones aludidas más el Ayuntamiento que, como representante del pueblo de Ibi, recibía de Paya SCVL, la titularidad de la colección, la matriceria y la maquinaria de Payá. Un gran gesto que, de nuevo, hay que agradecer a los miembros de la Cooperativa y en especial a Lino Vila, su presidente, por tan inestimable, valiosa y decisiva aportación.
Quedaba, con este acto, el camino despejado para la instalación del museo, inicialmente en la Casa Gran y, definitivamente en Payá cuando los inmuebles pasasen a titularidad municipal, lo que sucedió en 1998 con la cesión de la fábrica por la CAM, al Ayuntamiento de Ibi, por un valor simbólico, trascendentey esencial para el proyecto definitivo, gesto que hay que agradecer a aquella institución y, especialmente, a su Director, Juan Antonio Gisbert. Museo, pues, definitivo en Paya donde interactuara la exposición de la colección y posteriores aportaciones, con la fabricación y la visita a los espacios genuinos de la fábrica, con un alcance pedagógico y cultural extraordinarios.
Resaltar, la excelente contribución de Tomás Llorens y de Manuel Sánchez Monllor, directores generales de Cultura de la Generalitat y de la Obra Cultural de la CAM respectivamente. Así como la labor de los directores Inmaculada Giner y José Pascual, que fueron esenciales para su consolidación durante más de una década.
Hi ha que posar en valor el trasllat i la instal·lació, recentment, a la fàbrica. Així como l’intel·ligent treball divulgador i organitzatiu de la directora Pilar Avilés. Destacar el bon criteri de donar solta a joguets emblemàtics per places y avingudes de la ciutat, aixi com la espectacular iniciativa de Font Viva, amb esl joguets vivents. Agrair a fabricants i col.leccionistes les valuoses aportacions. I desitjar que siga prompte una realitat, pel progres del museu i d’Ibi, la musealització de les naus de maquinària d’eixa fàbrica que, magistralment, mencionara Max Aub en la seua obra.