Editorial nº 696
El problema que tiene el cinismo es que, cuando se descubre el pastel, uno puede pasar de ser una persona buena y trabajadora a quedar como un miserable, que es lo que le ha pasado al lamentable Rafael Blasco, ex-conseller y ex-pulsado del Partido Popular, y en menor medida (pero no menos lamentable) a la alcaldesa de Ibi, Mayte Parra, con el asunto de la ambulancia. No se puede estar en misa y repicando ni querer quedar bien con unos y con otros. En este caso, o quedaba bien con su pueblo o quedaba bien con su partido. Al final, mucho nos tememos que ni una cosa ni la otra, porque no es que sea muy valiente eso de ausentarse cuando se va a votar una propuesta para que el PP dé marcha atrás en sus recortes en sanidad y restablezca el servicio de ambulancias en varias localidades valencianas (entre ellas, Ibi). Por no querer enfrentarse a su partido, ha dejado bien claro que una cosa es lo que dice en Ibi como alcaldesa y otra lo que hace en Valencia como diputada.
Otro ejemplo podríamos tenerlo en una moción que la alcaldesa se ha sacado de la manga para pedir a la Generalitat que pague cuanto antes lo que debe al Centro Ocupacional San Pascual. ¿Qué pasaría si esa propuesta, que pretende que voten todos los ayuntamientos de la comarca, llegara a tratarse en el Pleno de las Cortes Valencianas? ¿Se vería tentada de levantarse de nuevo a la hora de votar, con cualquier excusa peregrina, para no tener que retratarse ante su partido? ¿O cumpliría lo que le ha prometido a los directivos del Centro para intentar calmarlos y que dejen sus protestas?
Esta bipolaridad política de Mayte Parra ha sacado a relucir el cinismo del que hablábamos al principio, destapando formas y maneras de la alcaldesa de Ibi que disgustan a la mayoría y la abocan a un irremediable batacazo, a no ser que ella misma dé con la solución.