Ser Capitán o Abanderada en las Fiestas de Ibi
Escribir un articulo en la tarde del Día del Descans y tras lo sucedido el domingo en el acto de la Vuelta al Castillo, comporta los riesgos de la irreflexión, la falta de una mayor información acerca de las circunstancias que motivan una espantada semejante de mujeres que no asumen el espléndido hecho de representar a una Comparsa, o la serenidad suficiente para analizar si las cuestiones sociales del momento actual son condicionantes reales para la toma de decisiones que, evidentemente, afectan a las economías familiares,
Pese a todo ello, y desde la autoridad moral que me otorgan las responsabilidades festeras que he asumido en el tiempo, -en lo personal y en lo familiar- a través de los años, he considerado que es conveniente dar un toque de atención acerca de lo que me sugiere lo sucedido hace apenas unas horas.
En primer lugar he de denunciar que no es tan grave la falta de cargos festeros para el año 2011 como la aparente apatía generalizada con que este hecho se ha recibido en el censo festero. Si, es cierto que hay una cierta decepción, e incluso una preocupación en los comentarios inmediatos tras la Vuelta al Castillo. Pero todo queda ahí. Y luego la posterior reasignación... “que se la va a hacer” o ...“que más da” ...”si es que la crisis”...
Ese es el verdadero problema: la resignación.
Tal vez, como decía al principio, las palabras de este escrito se producen más desde la pasión por la Fiesta que desde la reflexión meditada. Pero hay ocasiones en la que el corazón debe anteponerse a la apatía y al conformismo. Ayer en la noche, el Capitán por el Bando Moro, tras la tradicional cena del final de las fiestas, se lamentaba desde su corazón compungido de lo ocurrido. En su propia Comparsa no había Abanderada y él mismo no pudo dar el relevo al Capitán Moro para el año siguiente. Es ciertamente triste. Y allí mismo nos preguntábamos cuales son las cualidades especiales que concurren en la que tal vez sea la Comparsa más reducida en festeros, como son los Cides, para que nunca –que yo recuerde- hayan dejado de tener Abanderada o Capitán. Tal vez la clave sea la categoría festera de sus miembros y su capacidad para asumir sus compromisos ante las Fiestas Mayores de Ibi. La cuestión de que se hayan presentado ante Ibi con Capitán y Abanderada –sin vínculos familiares entre ambos- para representar al Bando Cristiano y a su Comparsa es altamente significativo. Este hecho, y destacando la inexistencia entre sus miembros de “festeros estrella” en lo económico, desmonta por sí mismo la cantidad de argumentos esgrimidos para justificar la falta de Capitán Moro y Abanderadas para el año próximo que, si no conté mal, en el Bando Moro tan sólo habrán dos Abanderadas.
Sin duda, la clave a que hacía referencia en lo tocante a los Cides, sea la más esclarecedora para combatir la resignación y un ejemplo para otras Comparsas. Pero no así para combatir la apatía. Es lógico asumir que ante un número elevado de festeros haya un porcentaje de festeros “pasotas”. Lo preocupante es que ese porcentaje sea tan alto que lleve a circunscribir a los festeros responsables y amantes de nuestra Fiesta a un reducido grupo sobre el que giran la organización y la asunción de cargos festeros. Cuando esto sucede, y afirmo que está sucediendo, habrá que plantearse cuestiones de tipo básico para analizar que nos está ocurriendo. Cual es el mensaje transmitido de generaciones anteriores y cual es que estamos forjando para generaciones siguientes.
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